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Estación del Año
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Declaración de testigos: Coartadas.
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Declaración de testigos: Coartadas.
Declaración de testigos
Día: 15 de febrero
Hora: 00:03
Lugar: Ferrie de la familia O’Coneill – Baudelaire
Persona a interrogar: Lorraine Baudelaire.
Edad: Veinte años.
Vínculo con la desaparecida: Madre.
El detective Worthington entró a la pequeña sala que había sido especialmente habilitada para él. Debía tomar las declaraciones de todos y con la bulla que aún persistía en el salón principal, era necesario tener una sala aparte para poder ver mejor las reacciones de los interrogados y así, tener posibles sospechosos. Él trabajaba así, a base de reacciones. El lenguaje corporal decía todo lo que los labios callaban.
La primera a interrogar era la madre de la niña desaparecida, Lorraine Baudelaire, la cuál se hallaba en un estado deplorable, que podía llegar a asustar a cualquiera que no estuviera acostumbrado a ver personas así, pero el detective Worthington ya había visto a mucha gente en aquel estado, a veces mucho peor y ya no le afectaba, no le podía afectar, las emociones no podían ser mezcladas con su trabajo.
El detective tomó la planilla y leyó rápidamente los datos de la joven que se hallaba sentada frente a él. Era tan sólo una chiquilla a ojos del detective, y ya estaba sufriendo de una de las peores maneras que un humano podía sufrir. Por un momento el rostro del detective se suavizó al pensar en aquello, pero rápidamente esa compasión en su rostro fue reemplazada por una absoluta seriedad.
-Lorraine Baudelaire, veinte años, madre de la desaparecida, estudiante de medicina en la universidad de Sídney – Recitó el detective sin apartar los ojos de la joven - ¿Estoy en lo correcto?
-S..Sí
-Señorita Baudelaire, sé que está pasando por un momento difícil, pero necesito que responda todas mis preguntas ¿Me ha entendido? – Inquirió el detective de manera casi mecánica, acostumbrado a repetir eso.
-Sí – Murmuró Lorraine posando sus llorosos y rojizos ojos en los del detective.
-Bien, ¿Algún posible enemigo de la familia? ¿Alguien con quien discutieron en el último tiempo? ¿Algún empleado resentido? – Preguntó de rápida manera, incomodando notablemente a su interrogada.
Lorraine se llevó una mano a la cabeza ante la lluvia de preguntas del detective, tomándose su tiempo para pensar en alguien que quisiera hacerles daño de aquella manera tan cruel. Ellos no tenían empleados, sus amigos eran escasos y confiables y ella no trataba a nadie de mala manera, y menos Jeremy, el cual siempre trataba a todos como si fueran de su propia familia.
-No se me viene nadie a la mente – Murmuró entre sollozos, mientras negaba con la cabeza.
-Necesito que piense, señorita Baudelaire, necesito que trate de recor..
-¡No puedo!¿¡De acuerdo!?... ¡Se han llevado a mi hija y no puedo pensar en otra cosa que no sea eso! ¿¡Usted tiene hijos!?¿¡Los tiene!?
-No – Respondió el detective con total calma, acostumbrado a esos ataques de histeria en las personas que interrogaba. Sabía que probablemente después vendrían más, recién comenzaba, y no quería estresarse antes de tiempo.
-¡¡Entonces no sabe que es lo que estoy sintiendo, no me pida que trate de pensar en otra cosa!! – Gritó Lorraine fuera de control. Se puso de pie de un salto mientras llevaba una mano a su adolorida cabeza y sollozaba en silencio.
El detective apartó la mirada de aquella tan dolorosa y desesperante para algunos, esperando que aquella joven se calmase y él pudiese seguir con su interrogatorio. Aún le quedaban algunas preguntas para lo joven antes de que pudiese dejarla ir.
-¿Se siente en condiciones para continuar? – Preguntó el detective sin posar la mirada en Lorraine.
La rubia asintió en silencio, sentándose nuevamente frente al detective mientras trataba de respirar.
-Bien, continuemos – Dijo el detective tomando su planilla dispuesto a proseguir - ¿Alguien sospecho que usted haya visto, ajeno a sus invitados?
-No, eran todos conocidos y…y la gente de servicio – Respondió sin posar su mirada en el detective, dejándola clavada en el suelo.
-Muy bien, y ahora dígame ¿Qué estaba haciendo usted a las veintitrés horas de ayer?
-¿Qué está insinuando? – Preguntó Lorraine en voz baja, volviendo a posar su mirada en el hombre que tenía en frente.
-Nada, sólo le estoy haciendo una pregunta – Respondió mientras resoplaba, sabiendo que a la madre se le venía otro ataque de histeria.
-¿Está insinuado que soy una de las sospechosas? ¿¡Del secuestro de mi propia hija!? – Gritó Lorraine fuera de control. Volvió a ponerse de pie mientras apoyaba los nudillos en la mesa que separaba ambos cuerpos e inclinaba el suyo hacia el detective, el cual permanecía impasible sentado en la misma posición. - ¡¡Usted es un enfermo!!
-Señorita Baudelaire, es sólo una pregunta que necesito que conteste – Puntualizó el detective masajeándose las sienes, aquella mujer lo comenzaba a estresar, por lo cual mientras más rápido contestase esa pregunta, más rápido él podría seguir con su trabajo con los otros sospechosos.
Lorraine no podía creer lo que el detective estaba insinuando, quería que lo cambiasen ahora ya, que asignaran otro detective al caso, ella no podía colaborar con alguien que insinuaba que ella también estaba dentro de los sospechosos del secuestro de su hija, de su propia hija. Lorraine estaba atónita. Miraba al detective que se mostraba impasible sentado en la silla con aquella cara de “Sé lo que hago” que ya empezaba a irritarla, lo peor era que Lorraine estaba segura que de ahí en adelante lo vería muy, pero muy seguido. Suspiró antes de sentarse en la silla con los brazos cruzados dispuesta a contestar.
-Estaba con Jeremy, mi novio y el padre de Elisse en cubierta – Respondió Lorraine recordando aquel momento. No pudo evitar que unas nuevas lágrimas cayesen por sus ojos.
-¿Qué hacían allí? ¿Hay alguien que los haya visto en aquel lugar? – Preguntó el detective de forma rápida, de una forma casi mecánica que irritaba a Lorraine y le hacía pensar que aquel ser que se hallaba frente a ella, no tenía corazón.
-No sé si alguien nos habrá visto – Mencionó bajando la mirada, posándola más específicamente en el anillo que descansaba en su dedo anular – Él me acababa de pedir matrimonio cuando…cuando mi hermana entró gritando – Murmuró levantando la mano, enseñándole el anillo al detective, mientras trataba de contener las renovadas lágrimas que se agolpaban como dolorosas cuchillas en sus ojos.
El detective miró aquel anillo en silencio por un rato antes de anotar lo que la rubia le había mencionado. No pudo evitar pensar en la mala suerte del destino, el día más feliz de la mujer que estaba enfrente de él, era también el más doloroso, en como la felicidad se iba en un abrir y cerrar de ojos dando paso al dolor más terrible que una madre pueda sufrir. Frank sacudió la cabeza anotando todo lo que la madre de la niña le había dicho en su planilla.
-Muy bien señorita Baudelaire – Anunció el detective poniéndose de pie y dirigiéndose a la puerta – Hemos terminado por el momento, si recuerda cualquier cosa, por favor contácteme – Agregó tendiéndole una tarjeta con su número telefónico.
Imitando al detective, Lorraine se puso de pie aliviada por haber terminado aquel doloroso interrogatorio. Lo único que quería era llegar a su casa, acostarse y al otro día despertar sabiendo que todo había sido sólo una mala pesadilla.
Se dirigió a la puerta donde agarró la tarjeta que el detective le tendía y asintió dándole a entender que lo llamaría si recordaba cualquier cosa. Incapaz de decir otra cosa más, Lorraine le dio una rápida mirada al detective antes de abrir la puerta y salir por ella a juntarse con sus amigos.
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Día: 15 de febrero
Hora: 00:20
Lugar: Ferrie de la familia O’Coneill – Baudelaire
Persona a interrogar: Jeremy O’Coneill
Edad: Veintiún años.
Vínculo con la desaparecida: Padre.
Frank esperaba impasible que el padre cruzase la blanca puerta en cualquier momento. Miraba en silencio la planilla con la cuartada de la madre una y otra vez, descartándola al instante como una de las posibles sospechosas. Su superior probablemente lo criticaría ante tal rotunda decisión, pero él había podido sentir el dolor de la madre clavándole en los huesos, y nadie, pero nadie, podía transmitir aquello si fuese el culpable. Nadie era tan buen actor.
Jeremy cruzó la puerta con su rostro totalmente serio, aquella alegría que tanto lo caracterizaba había desaparecido para no volver hasta que su hija estuviese nuevamente con él. El rubio saludó al detective con un gesto de cabeza, no se sentía en condiciones para tenderle una mano o presentarse de manera formal. Se sentía mareado, decaído. Se sentó frente al detective y esperó a que comenzase con sus preguntas.
-Jeremy O’Coneill, veintiún años, escritor de misterio – Murmuró leyendo de manera rápida la planilla con los datos del hombre que se hallaba frente a él - ¿Me equivoco?
-No, todo es correcto – Contestó Jeremy.
-Bien – Dijo el detective para luego alzar una ceja y mirar a Jeremy – Es curioso, hace un tiempo leí un libro de usted y aparte de notar que es excelente, pude notar que en él aparece un secuestro como tema principal.
Jeremy frunció el ceño al escuchar al detective. Su mujer ya le había advertido de las tácticas que el hombre usaba, pero él, a diferencia de Lorraine, no tendría un ataque de histeria como bien le había comentado ella minutos atrás.
-Así es, una coincidencia bastante retorcida – Argumentó. No había caído en la cuenta de que en uno de sus dos libros aparecía un secuestro, pero es que ¿Quién piensa en un libro cuando algo terrible ocurre en tu familia? Nadie. Probablemente si el detective no se lo hubiera mencionado, él nunca lo hubiese recordado.
-Bastante, sí – Afirmó mirando con seriedad al padre de la desaparecida. Por un momento imaginó que él, al igual que su novia, le hubiera recriminado aquella clara insinuación. El detective Worthington no podía evitar sospechar del carácter extrañamente tranquilo del hombre que se hallaba frente a él – Iré al grano señor O’Coneill, ¿Qué hacía usted a las veintitrés horas del día de ayer?
Jeremy no pudo evitar suspirar al recordar lo que hacía. Se había preparado especialmente para aquel evento, y hasta había organizado una fiesta para el día de San Valentín sólo para pedirle matrimonio a Lorraine. Él no debería haber dejado a Elisse sola durmiendo, no podía con la culpa.
-¿Señor O’Coneill? – Insistió el detective al ver como el susodicho se quedaba con la mirada perdida.
-¿Qué? – Inquirió saliendo de su ensimismamiento, sacudió la cabeza formando una pequeña sonrisa apenada en su rostro – Disculpe, me había perdido en mis recuerdos.
Llámeme Jeremy por favor, no me gustan las cosas formales, me recuerdan a mis padres – Agregó frunciendo el ceño ante la mención de sus progenitores.
Aquella declaración no pasó desapercibida para el detective. No tenía buena relación con sus progenitores, quizás un pequeño trauma familiar, la duda lo asaltaba.
-¿No se lleva bien con sus padres? ¿Por qué? – Inquirió olvidándose
momentáneamente de la pregunta anterior e ignorando también, el hecho de que Jeremy le había pedido menos formalidad.
-Desacuerdos, usted sabe, todos tenemos pequeños desacuerdos con nuestros padres – Respondió Jeremy encogiéndose de hombros.
-Claro – Afirmó el detective no totalmente de acuerdo con aquella respuesta – Pero volviendo al tema ¿Qué hacía usted a las veintitrés horas de ayer?
-Le pedí matrimonio a Lorraine, estaba con ella en cubierta – Respondió Jeremy bajando la mirada – Ella aceptó haciéndome el hombre más feliz sobre la tierra, luego entró mi cuñada gritando y bueno…usted ya sabe el resto.
-Seguro – Murmuró el detective escribiendo en su planilla – Su historia concuerda con la de la señorita Baudelaire y eso es bueno – Agregó sin apartar la mirada de la planilla.
-Sé que todos somos sospechosos detective, pero yo no secuestré a mi hija, no sería tan cruel de cometer aquel acto – Murmuró a Jeremy obteniendo la atención del detective – El que nada hace nada teme.
Frank parpadeó por algunos segundos antes de abrir la boca para hablar, el hombre que estaba frente a él expiraba una seguridad envidiable, sus palabras sin dudas podían mover masas y también, convencer a cualquiera. Frank anotó unas cuantas cosas más en la planilla antes de volver a posar la mirada en Jeremy.
-Muy bien, seria todo por el momento – Anunció el detective poniéndose de pie – Necesito que me llame por cualquier cosa que suceda. Los secuestradores quizás intenten contactarse con usted y necesitamos estar alerta.
-Lo sé – Murmuró Jeremy poniéndose de pie a la par del detective.
El detective Frank le ofreció la mano, la cual Jeremy estrechó sin dudar ni un ápice, luego salió de aquella pequeña sala dejando con cierta incertidumbre al detective.
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Día: 15 de febrero
Hora: 00:36
Lugar: Ferrie de la familia O’Coneill – Baudelaire
Persona a interrogar: Chlöe Baudelaire
Edad: Diecinueve años.
Vínculo con la desaparecida: Tía.
Frank no podía evitar pensar en las palabras de Jeremy y en su extraño carácter, él pensó que se encontraría con un hombre un tanto violento, que al igual que su novia le gritaría hasta hacerle sangrar los oídos, el hombre se veía apenado, eso no lo podía dudar, pero su tranquilo carácter lo dejaba descolocado.
No se dio cuenta cuando una rubia, bastante parecida a la madre de la desaparecida entró por la puerta y se le quedó mirando con cara de interrogación. Frank sacudió la cabeza y con un gesto la invitó a sentarse frente a él.
-Chlöe Baudelaire, diecinueve años, estudiante de arquitectura y tía de la desaparecida – Comentó leyendo la planilla.
-Así es
-Tengo entendido que usted fue la que descubrió que Elisse no estaba en su habitación – Murmuró el detective clavando su mirada en los llorosos ojos de la chica.
Por un momento Frank se preguntó si la chica que se encontraba frente a él, al igual que la madre de la desaparecida, le gritaría tal y como hizo su hermana.
-Si fui yo junto a mí… - Chlöe se detuvo en medio de la frase al evocar la imagen de Thomas en su mente. Minutos atrás le había declarado su amor y en ese momento no sabía como llamarlo - …Mejor amigo.
-¿Mejor amigo? ¿Quién? – Preguntó el detective interesado.
-Thomas Musset, estaba con él cuando descubrí…usted sabe – Respondió tratando de contener las lágrimas que se agolpaban en sus ojos.
-Claro, necesito que me cuente más acerca de aquello señorita Baudelaire, con lujo de detalle – Pidió el detective mientras anotaba cosas en su planilla.
Chlöe asintió tomándose su tiempo para calmarse y pensar de forma positiva. Ella era una chica alegre, pero sus emociones estaban a flor de piel y no podía evitar derrumbarse cada cierto rato. Tomó aire antes de continuar.
-Bien, estaba pasando un buen rato junto a Thomas, cuando Juliette, la niñera de Elisse, me pide si podría ir a verla un rato mientras ella hacía otras cosas, fui junto a…
-¿Qué cosas? – Preguntó el detective con el ceño fruncido agolpando las palabras. Aquello le había sonado extrañamente sospecho – Digo, la niñera de Elisse, ¿que cosas tenía que hacer?
Chlöe frunció el ceño tratando de recordar si Juliette le había dicho algo, luego negó con la cabeza dándose cuenta que su amiga no había especificado nada.
-No lo sé, sólo me pidió si podía ir a ver a Elisse – Contestó Chlöe encogiéndose de hombros.
El detective anotó en su planilla todo lo que Chlöe le decía con una rapidez un tanto alarmante, incomodando un tanto a la chica que tenía en frente la cual frunció el ceño al observar al detective.
-Bien, sígame contando su pequeña travesía hasta la habitación de Elisse – Pidió Frank volviendo a poner su atención en la chica.
-Como decía, fui junto a Thomas a la habitación de Elisse, cuando abrí la puerta y no la vi acostada en su cama, como se supone que debería haber estado… - Se detuvo en medio de la frase agachando su rubia cabellera y dejando la vista clavada en el piso - Salí de aquella habitación corriendo y les fui a avisar a los demás.
-¿Vio algo extraño en aquella habitación? ¿A alguien rondar por ahí cuando usted se acercaba? ¿Quizás algún objeto que no debería estar ahí? ¿Ruidos extraños? – Preguntó sin tomar aire en medio de cada pregunta. Él estaba acostumbrado a incomodar a la gente que interrogaba, nunca se podía saber si en medio de tanta presión soltaban algo que les culpara del delito.
-¡No lo sé! – Exclamó Chlöe – Yo sólo salí de aquella habitación corriendo, sin tiempo para pensar, para ver, para oír… ¡Nada!
-Necesito que se concentre, sé que todo está muy reciente, pero se trata de su sobrina, ella quizás no aparezca y por eso necesitamos pistas que nos lleven al posible culpable de esto.
-¡¡Ella aparecerá!! – Exclamó poniéndose de pie mirando con indignación al detective - ¡Yo lo sé! ¡Tengo esperanzas y no dejaré que usted me las arruiné!
El detective permaneció en silencio mirando el repentino cambio emocional en la chica. En ese momento le recordaba mucho más a su hermana, Lorraine. El detective sabía que era cosa de tiempo para que la chica empezase a actuar más parecido a su hermana mayor, pero al parecer, ella no se alteraba tan rápido a menos que le tocaran aquel punto sensible. Se podía respirar el optimismo en cada fibra de la muchacha.
-Me encargaré de que aparezca – Mencionó el detective con su característica expresión imperturbable – Necesito su cooperación, señorita Baudelaire. ¿Podríamos decir entonces que usted se encontraba a las veintitrés horas del día ayer con el señor Thomas Musset en el salón principal?
Chlöe no pudo evitar relajarse al escuchar las palabras del detective, ella, a diferencia de su hermana, tenía la fe puesta en aquel detective, y no dudaba de que encontraría a Elisse a como diera lugar.
-Si, estaba con Thomas en el salón principal – Afirmó
-Muy bien, cualquier cosa que usted recuerde, por favor hágamelo saber, usted es clave en esto señorita Baudelaire – Mencionó el detective poniéndose de pie y dándole una sonrisa tranquilizadora.
Chlöe asintió mirando al detective antes de salir. Apenas hubo estado fuera de aquella salita, la sonrisa en el rostro del detective desapareció de inmediato. A él no le daba buena espina la gente positiva.
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Día: 15 de febrero
Hora: 00:50
Lugar: Ferrie de la familia O’Coneill – Baudelaire
Persona a interrogar: Ethan Donovan
Edad: Veinte años.
Vínculo con la desaparecida: Ninguno.
Frank se quedó con una expresión un tanto confundida en el rostro. Sólo había visto a tres personajes de aquel peculiar grupo y todos tenían sus mañas así como también un aire que confundía a Frank. Cuando Ethan cruzó la puerta, el detective supo enseguida que no sería nada fácil. Su cara de “Te golpearé si me dices algo malo”, hablaba por si sola.
-Ethan Donovan, veinte años, estudiante de música, ningún lazo con la desaparecida – Mencionó el detective posando su mirada en Ethan para corroborar.
Ethan, el cual se hallaba sentado frente al detective, sentía unas irrefrenables ganas de salir y descargar su ira con el primero que se le cruzase. No entendía porque tenía que estar respondiendo preguntas como si fuese un maldito delincuente, si no hubiese sido por la insistencia de Lucy y Juliette, el nunca hubiese entrado a aquella habitación.
-Así es – Afirmó Ethan con aquella frialdad que lo caracterizaba cuando se trataba de hablar con personas desconocidas. No porque fuera un detective el iba a cambiar su trato para con él.
-Bien, necesito saber que hacía a las veintitrés horas del día de ayer – Puntualizó el detective volviendo a posar su mirada en Ethan. Aquel chico no le daba buena espina, y quería acabar lo más pronto con él.
-Estaba con mi novia Juliette en el salón principal, ya sabe, donde estaban todos los invitados – Respondió mirando hacia todos lados menos hacia el detective. Se hallaba profundamente frustrado, y lo único que quería era salir de allí.
El detective de pronto recobró el interés al escuchar la respuesta de aquel chico con cara antipática. Otra vez salía al tema esa tal Juliette.
-¿Juliette, la niñera de Elisse? – Preguntó Frank tratando de usar un tono cuidadoso.
Ante la mención de su novia, Ethan volvió a posar la mirada en el detective. Acercó su cuerpo hacia la mesa y apoyó los brazos en ella dejando las manos entrelazadas. Su expresión de pronto se había tornado peligrosa, algo que el detective esperaba desde que el chico entró a aquella habitación.
-Si, ¿Qué sucede con ella? – Preguntó con un tono de voz bastante sutil. Demasiado para el gusto de Frank.
-¿Estuvo con ella toda la noche o quizás ella desapareció por algunos minutos? – Inquirió Frank - ¿O quizás usted desapareció de la vista de los demás?
-¿Insinúa algo detective? – Preguntó Ethan mientras una sonrisa una tanto irónica aparecía en su rostro.
El detective, imitando los movimientos de Ethan, acercó a su cuerpo hacia la mesa apoyando ambos brazos en ella con las manos entrelazadas. Una sonrisa bastante parecida a la de Ethan apareció en la cara de Frank. El también sabía jugar a aquel juego, y bastante bien cabía destacar.
-Claro que no – Respondió el detective – Sólo le hice un par de preguntas que necesito que me conteste ¿Desapareció ella o usted por algunos minutos? – Volvió a repetir con aquel tono de voz bastante sutil que Ethan había utilizado segundos atrás.
-Claro que ella desapareció en algunos momentos señor detective, es humana, y como toda buena humana tiene necesidades fisiológicas si entiende lo que quiero decir – Contestó Ethan sin borrar la sonrisa burlona de su rostro – Y en cuanto a mí, ¿Qué clase de mal secuestrador dice si desapareció por algunos momentos?, eso sería entregar mi cabeza en una bandeja de plata.
-¿Está admitiendo entonces que usted es el secuestrador? – Preguntó Frank poniendo cara de fingida sorpresa.
-No he dicho nada de aquello, señor detective – Respondió Ethan.
-Dejemos los juegos de lado señor Donovan, ¿Qué hacía usted a las veintitrés horas del día de ayer? – Inquirió nuevamente el detective, aburrido de ese juego que para Ethan acababa de comenzar.
-Ya le dije, en el salón principal con todos los invitados, estuve también en el baño, en cubierta, tomé champaña y brindé por el amor ¿Le basta aquella información? – Mencionó Ethan con sarcasmo.
-¿Y la señorita Juliette? ¿Sabe usted también que hizo ella durante toda la noche? – Inquirió el detective.
-¿Una nueva insinuación?, ¿Por qué no se aclara?
-Tengo sospechas de la señorita Juliette, señor Donovan, tengo que ser sincero, usted tampoco me parece un santo.
La cara de Ethan pasó de burla al enojo en un abrir y cerrar de ojos. El detective se esperaba una reacción así al decir aquello, pero lo que no se esperaba era que el chico se pusiese de pie y lo agarrase de la camisa tomándolo desprevenido. La sorpresa en el rostro de Frank no se hizo esperar, pero rápidamente fue disuelta para pasar a la seriedad. Frank había dejado de bromear y sabía que Ethan también.
-Señor Donovan, no le conviene…
-¿El qué? – Preguntó Ethan interrumpiendo al detective - ¿No me conviene golpearlo?, su insinuación me ha parecido bastante fuerte señor detective, no me gusta que se metan en mi territorio – Agregó sin soltar un ápice de la camisa de Frank – Juliette no es una secuestradora, ella adoraba a aquella pequeña, así que no se atreva a decir lo contrario.
Ethan soltó al detective de la camisa y le dirigió una envenenada mirada a Frank.
-¿Y usted? – Inquirió - ¿Es usted el secuestrador si la señorita Juliette no lo es?
Antes de que alcanzase a formular una nueva pregunta, Ethan ya había desaparecido del lugar dando un portazo. El detective frunció el ceño antes de empezar a anotar en su planilla.
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Día: 15 de febrero
Hora: 01:04
Lugar: Ferrie de la familia O’Coneill – Baudelaire
Persona a interrogar: Lucy O’Coneill
Edad: Diecinueve años.
Vínculo con la desaparecida: Tía y madrina.
Frank se quedó un tanto pensativo luego de que Ethan abandonó esa habitación. El chico no le daba buena vibra, pero su perfil no encajaba en lo absoluto con el de un secuestrador. Aunque también podría tratarse de una nueva táctica en la que el no había reparado. Su cabeza estaba hecha todo un caos.
Dejó la planilla en la mesa dispuesto a arreglarse la camisa, aquel chiquillo se la había dejado toda arrugada, menos mal que no se la había roto, esa era su favorita. Lucy entró en el preciso momento en que Frank empezaba a estirar su camisa. La chica miró todo el salón con un gesto extraño, algo que no pasó desapercibido para Frank.
Después de haber repasado toda la sala de una sola mirada, la vista de Lucy fue a parar en el detective que intentaba arreglar su camisa. Inmediatamente pensó en Ethan, su mejor amigo había salido segundos atrás con una cara de mala leche que lo decía todo, y antes de que ella entrase, Ethan le había murmurado que el detective era un completo idiota.
El detective le señaló a Lucy que se sentase frente a él, y tal como había hecho con los que había interrogado anteriormente, tomó la planilla y se dispuso a leer los datos de la muchacha.
-Lu…
-¿Ethan intentó golpearlo? – Inquirió Lucy interrumpiendo al detective mientras negaba con la cabeza.
-Tuvimos un pequeño desacuerdo – Respondió Frank mirando a Lucy con curiosidad.
-A veces puede ser un tanto violento, pero le aseguro que no lo hubiese golpeado, no es un mal chico – Comentó Lucy.
-“No es un mal chico” – Pensó el detective con ironía. Sacudió la cabeza y se dispuso nuevamente, a leer los datos de la chica -Lucy O’Coneill, diecinueve años, tía y madrina de la desaparecida y estudiante de… - El detective hizo un pausa al leer la ocupación de la chica, tenía a una futura actriz frente a él, aquello le empezaba a parecer interesante - …teatro, bastante curioso.
Lucy que no había dejado de mirar al detective alzó una ceja al escuchar su último comentario - ¿Curioso? ¿Por qué? – Preguntó sin irse con rodeos.
-Una actriz, como muy bien debe usted saber, es multifacética, nunca se sabe si está hablando escondida entre los renglones de un guión o si habla con la verdad – Respondió Frank. Había tenido experiencia anterior con actores, y nunca había podido derrumbar los muros que tenían formados a su alrededor. Sabía que la chica que tenía frente a él no sería nada fácil de conocer.
-Una visión muy acertada detective – Afirmó Lucy mientras asentía – Podrá haber deducido con facilidad que como proyecto de actriz, usted no sabrá si digo la verdad o no, pero créame que colaboraré con usted, soy bastante honesta – Agregó.
-Así espero señorita O’Coneill, es malo mentirle a la ley – Murmuró Frank entrecerrando los ojos. No creía en un cien por ciento las palabras que salían de los rosados labios de aquella chica. ¿Estaría hablando con la verdad o a base de un guión?
-Es malo mentirle a la personas en general – Dijo Lucy mientras no podía evitar discrepar mentalmente con Ethan, ella no encontraba al detective un completo idiota, le empezaba a encontrar interesante.
-Muy malo – Puntualizó Frank – Y ahora dígame señorita O’Coneill, ¿Qué hacía usted a las veintitrés horas del día de ayer?
-Estaba en popa del ferri junto a Vincent Gallagher, estuve bastante tiempo con él – Respondió Lucy sin poder reprimir la pequeña sonrisa que se le había formado en el rostro.
-Defina bastante tiempo, señorita O’Coneill – Pidió el detective al cual no le pasó desapercibido el repentino cambio en el rostro de la chica.
-Como desde las diez hasta las once, sentí los gritos de Chlöe y entré rápidamente al salón principal – Murmuró Lucy mientras su rostro pasaba rápidamente de la alegría a la tristeza.
-“Vaya que cambia rápido” – Pensó Frank para luego caer en la cuenta de que la chica había dicho “Sentí” en vez de “Sentimos” - ¿Sentí? – Inquirió Frank - ¿El señor Gallagher no estaba con usted en ese momento?
-No – Respondió Lucy
-¿Y por qué no? – Preguntó Frank interesado.
-Fue a buscar algo a una habitación.
-¿Podría ser más específica señorita O’Coneill? – Pidió Frank un tanto frustrado por las escuetas respuestas de la chica – Cuénteme que sucedió durante esa hora que estuvo con el señor Gallagher.
Lucy suspiró antes de comenzar hablar – La historia de Vincent y yo se remonta hace bastante tiempo atrás, siempre fuimos amigos que sentían amor por el arte y al igual que el uno por el otro, pero ninguno hablaba de aquel tema, siempre fuimos más de emociones – Explicó Lucy haciendo una pequeña pausa – Ayer Vincent me llevó afuera, y me dijo lo que ya ambos sabíamos, dijo que me tenía un regalo y entró a buscarlo, minutos después sentí los gritos de Chlöe y ya sabe…
Frank se quedó en silencio ante la declaración de la chica. Le sorprendió la forma en que veía los sentimientos y no pudo evitar pensar lo bien que se acomodaba aquello a un guión de un Thriller sicológico.
-¿Cuánto tiempo pasó entre que el señor Gallagher fue a buscar aquel regalo hasta que lo vio aparecer nuevamente? – Preguntó el detective - ¿Le entregó aquel regalo?
-Pasaron alrededor de quince minutos, entró casi después de Chlöe con el regalo en la mano. Se trataba de un cuadro – Respondió Lucy sabiendo que aquello hacía sospechoso a Vincent, pero ella sabía que él no había cometido tal crueldad, por eso no dudo ni un ápice en decir la verdad.
-Ya veo - Murmuró Frank posando su vista en Lucy. Frank intuía que la chica sabía que aquello culpaba a Vincent, quince minutos era tiempo suficiente para sacar a una niña de tres años de la habitación hacia afuera. Estaba ansioso por interrogar a aquel joven, como también estaba interesado en saber más de la chica, sentía que algo no le estaba contando, ¿Pero qué?
-Muy bien señorita O’Coneill, sería todo por ahora – Anunció el detective poniéndose de pie a la par de la chica. Antes de que Lucy saliese de aquella habitación, Frank la tomó de un brazo y le preguntó - ¿Algo más que deba contar?
-Nada – Respondió Lucy posando sus orbes verdes en los del detective antes de salir.
Frank se quedó de pie en la misma posición pensando en lo extraño que había sido aquel interrogatorio.
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Día: 15 de febrero
Hora: 01:20
Lugar: Ferrie de la familia O’Coneill – Baudelaire
Persona a interrogar: Thomas Musset
Edad: Veinte años.
Vínculo con la desaparecida: Ninguno.
Suspiró y se fue a sentar a la silla pensando en aquella situación. Lucy le había parecido una chica bastante peculiar, y se preguntaba si aquello era porque escondía algo o simplemente era parte de su personalidad, fuese como fuese, él iba a averiguarlo. Cuando vio entrar al siguiente chico a la habitación, supo que tendría problemas al igual que con Ethan.
Thomas entró a aquella habitación con el ceño fruncido. Ethan le había mencionado que el detective era un idiota a él y a Vincent, mientras el último sólo rió, él en cambio frunció el ceño y apoyó a Ethan, sabía que lo decía en serio.
Se sentó frente al detective sin esperar que se lo indicase y antes de que Frank pudiese tomar su planilla y empezase a recitar los datos de Thomas, éste habló.
-Mire, no quiero problemas con usted, mi amigo ya me advirtió lo idiota que es usted, así que le digo desde ya que trate de hacer su interrogatorio lo más rápido posible – Pidió, más bien ordenó Thomas cruzándose de brazos.
El detective alzó una ceja con ironía para frustración de Thomas y no pudo más que reír. Así que era amigo del otro chico, Frank ya entendía porque aquella mala leche.
-Tengo entendido, por la señorita Chlöe Baudelaire, que usted junto a ella, fueron los que descubrieron que Elisse no estaba en su habitación, ¿Estoy en lo correcto? – Preguntó el detective una vez que dejó de reír.
-Así es – Afirmó Thomas sin cambiar su cara de enojado.
-Cuénteme más sobre aquello, ¿Vio algo sospechoso cuando se dirigían a la habitación de la niña?
-No, nos topamos con algunas personas claramente, pero el barco estaba lleno de gente por todos lados – Respondió Thomas encogiéndose de hombros.
-¿Alguna cara desconocida? – Inquirió el detective.
-No, todos eran conocidos tanto de la familia Baudelaire como de la familia O’Coneill – Murmuró Thomas con un gesto pensativo, mientras trataba de recordar si había visto algo fuera de lo común.
-Bien, a parte de la señorita Baudelaire, ¿Con quién más estuvo usted? – Preguntó posando su mirada en el castaño.
-¡Con todos! – Exclamó frustrado, que pregunta más idiota - ¿Acaso tengo que especificar?
-Si – Respondió el detective con tranquilidad.
Thomas resopló – Estuve con Lorraine y Jeremy, con Jeff, Lucas y Andrew, con las gemelas, Ethan, Lucy y Vincent, Aga…
-¿Vincent Gallagher? – Inquirió Frank abriendo los ojos sorprendido antes de que Thomas completase la oración.
-S..sí – Respondió Thomas confundido.
-¿Vio algo sospechoso en él? – Preguntó Frank con interés.
-¡Claro que no! – Exclamó Thomas frunciendo el ceño - ¿Qué insinúa detective?
-Nada, sólo quiero saber si lo vio dirigirse a algún solo o si estaba nervioso o no se comportaba como de costumbre – Respondió el detective.
-Usted no conoce a Vincent, siempre se comporta de manera especial – Comentó Thomas comenzando a frustrarse - ¡Pero es una buena persona!, ¡Así que no se atreva a decir que es un posible sospechoso! – Exclamó poniéndose de pie.
Frank alzó una ceja cuando el chico mencionó la especial manera de comportarse de Vincent, ya entendía porque él y Lucy O’Coneill estaban enamorados. Tal para cual. Ante el repentino movimiento de Thomas, Frank recordó su anterior encuentro con Ethan, llevando inconscientemente una mano a su camisa. Se preguntó si el chico que ahora estaba de pie podía llegar a ser igual de violento.
-Todos son sospechosos, señor Musset – Dijo el detective – Hasta usted.
-¿¡Yo!? – Gritó golpeando la mesa - ¿¡Por qué!?
-Ya le dije señor Musset, todos son sospechosos – Respondió el detective como explicándole a un niño de cinco años, irritando más a Thomas si es que eso era posible.
-¡¡No tiene pruebas!! – Exclamó extendiendo los brazos - ¡Usted es un maldito incompetente que al no tener pruebas, culpa a cualquiera!
El detective llevo una de sus manos a sus sienes masajeándolas mientras trataba de no ponerse de pie y decirle unas cuantas palabritas al chiquillo que tenía en frente, trataba de poner su profesionalidad por delante.
-Tengo ciertas pruebas señor Musset, pero eso es algo que no puedo compartir con usted - Confesó el detective – Creo que es suficiente por hoy, puede retirarse.
-¡¡Claro que es suficiente!! – Exclamó dándose media vuelta y saliendo del lugar.
Frank no pudo evitar pensar en que algo sabía el chico que acaba de salir sobre Vincent Gallagher que no le había contado. No pudo evitar pensar también en que quizás fuese un posible cómplice.
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Día: 15 de febrero
Hora: 01:38
Lugar: Ferrie de la familia O’Coneill – Baudelaire
Persona a interrogar: Juliette Rowen
Edad: Diecinueve años.
Vínculo con la desaparecida: Ninguno.
Quizás era muy apresurado hacer conjeturas sobre los posibles culpables, pero si él no hacia aquello, nadie lo haría. Aparte él trabajaba así, todos sospechosos y posibles culpables y después iba descartando, aunque siempre manteniéndose alerta.
Según su planilla la siguiente persona para interrogar era Juliette Rowen, no podía ocultar sus ganas de interrogar a aquella chiquilla. Según lo que le habían dicho los demás, sobre todo Chlöe Baudelaire y eso de “Hacer unas cosas”, hacían que sospechosa. Si la joven no tenía una buena coartada… auch.
Juliette entró a la habitación luego de escuchar todas las quejas que su novio y Thomas, el mejor amigo de éste hacían. Al parecer, por lo que su novio Ethan le había dicho, no se la pondrían fácil, y sus nervios se podían notar en su cara.
Frank esbozó una pequeña sonrisa cuando la chica entró a la pequeña habitación, observó todos sus gestos faciales, dándose cuenta que parecía que en cualquier momento se podría descomponer. Le señaló la silla frente a él invitándola a sentarse mientras tomaba su planilla listo para empezar.
Juliette se relajó un poco al notar la sonrisa en el rostro del detective, aunque en el fondo sabía que esa sonrisa era finjida. Se sentó frente el esperando que empezase con sus preguntas.
-Juliette Rowen, diecinueve años, estudiante de magisterio y la niñera de Elisse – Recitó Frank posando su mirada en la chica - ¿Correcto?
-Correcto – Afirmó formando una tímida sonrisa en su rostro.
-Señorita Rowen, no voy a hacer como si no sucediese nada, puesto que puedo estar seguro que su novio, el señor Donovan, le comentó lo que sucedió en su interrogatorio – Murmuró Frank sin irse con rodeos. Lo mejor era la sinceridad desde el principio.
Juliette asintió en silencio sin dejar de mirar al detective – Ethan si me habló de lo que sucedió, y le quiero pedir disculpas por aquello, él no es un mal chico, en serio – Dijo la morena con aquel tono de voz dulce que tanto la caracterizaba.
Frank rodó los ojos al escucharla, era la segunda persona que le decía que Ethan Donovan no era un mal chico, claro, si así estaban las cosas entonces él era Mahoma.
Ignorando las disculpas de la chica, Frank volvió a posar la vista en su planilla y preguntó – ¿Cuanto tiempo estuvo con Elisse antes de dejarla sola?
Juliette bajó la mirada ante la pregunta del detective. Se sentía profundamente culpable de haber dejado a la niña durmiendo sola, tendría que haberse quedado allí hasta que llegase otra persona en vez de haber salido a tontear con su novio. No pudo evitar que una traviesa lágrima se le escurriese de los ojos.
-Estuve hasta que se quedó dormida, no fue más de media hora – Respondió Juliette sin levantar la vista.
-¿Y cuanto rato transcurrió aproximadamente desde que salió de aquella habitación hasta que le pidió a la señorita Baudelaire que fuera a ver a la niña? – Preguntó Frank posando su mirada en la cabellera de la chica, que era lo único que podía ver debido a la posición en la que se encontraba.
-Media hora o quizás un poco más – Murmuró
Tendría que haberle avisado inmediatamente a Chlöe o a alguien más para que fuera a ver a Elisse. No podía con la culpabilidad y no sabía como ver a Lorraine a la cara sin sentir que ella era la culpable de aquello.
-¿Que hizo usted cuando le pidió a la señorita Chlöe Baudelaire que fuera a ver a Elisse? – Preguntó Frank luego de unos segundos, posando su mirada en Juliette, la cual acababa de levantar el rostro.
-Estaba con Ethan, salimos un rato a tomar aire – Contestó Juliette sintiéndose de pronto intimidada.
-¿Hizo usted algo más aparte de estar con el señor Donovan? – Indagó el detective sin dejar de mirar a la chica, sabiendo lo que provocaba.
-Fui al baño, e…estuve compartiendo con los demás y no lo sé – Respondió frunciendo el ceño.
-¿No lo sabe? – Inquirió Frank apoyando los brazos en la mesa y acercando su cuerpo hacia la chica, tal y como había hecho con su novio minutos atrás - ¿O será que no quiere contármelo?
Ante la repentina acción del detective, Juliette no hizo más que alejar su cuerpo hacia atrás. No le gustaba como se estaba poniendo aquella situación.
-¡No lo recuerdo! – Exclamó sintiéndose de pronto desesperada.
-¿Qué estaba haciendo usted exactamente cuando la señorita Chlöe entró gritando sobre la desaparición de la niña? – Preguntó Frank ignorando el estado de la chica y sin cambiar la posición que tanto parecía intimidarla.
-Estaba con Ethan bailando en el salón principal – Contestó Juliette apartando la vista del detective. Quería salir rápido de aquella habitación.
-¿Es usted la que secuestro a Elisse? – Indagó Frank.
Los ojos de Juliette se abrieron como plato ante aquella pregunta, no lo podía creer - ¡Claro que no! ¡Como se le ocurre preguntar algo como aquello! ¡Es una crueldad! – Exclamó Juliette fuera de sí.
El detective Frank volvió a su posición inicial mientras una sonrisa de satisfacción se formaba en su rostro. Esperaba que aquella lluvia de preguntas tomara desprevenida a la Juliette, y aunque en cierto grado lo había conseguido, ella se había declarado inocente del secuestro. Pero Frank no se hallaba seguro de aquello, no bajaría la guardia con la chica que se encontraba respirando agitadamente frente a él.
-Es una crueldad, en eso tiene la razón – Afirmó el detective dándole la razón mientras se ponía de pie – Creo que es suficiente señorita Rowen, suficiente… por el momento – Agregó Frank mientras una nueva sonrisa se formaba en su rostro.
Juliette se puso de pie mientras trataba de calmar su agitada respiración. Miró al detective con rabia contenida al ver como una sonrisa se formaba en su rostro. “Que ser más cruel”, fue el pensamiento de la chica antes de abandonar la habitación que tanta tensión le había causado.
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Día: 15 de febrero
Hora: 01:52
Lugar: Ferrie de la familia O’Coneill – Baudelaire
Persona a interrogar: Vincent Gallagher
Edad: Veinte años.
Vínculo con la desaparecida: Ninguno.
Frank dio un corto paseo por la estrecha habitación mientras repasaba lo que había anotado sobre Juliette Rowen, y luego al azar leer lo que había escrito de los demás. Todos eran bastantes peculiares, otros eran misteriosos, y todos entregaban la sensación de que sabían algo que no podían decir. Frank pensó por unos momentos que alguno de los que ya había interrogado, era quizás un lacayo de otra persona exterior. Eso no sería nada bueno.
Volvió a sentarse acomodando su planilla sobre la mesa y mirando de reojo el nombre de la siguiente persona que entraría a aquella habitación. Vincent Gallagher. Frank frunció el ceño al leer el nombre escrito en la blanca hoja, no lo conocía de nada, pero podía intuir que lo que se vendría a continuación sería digno de interés.
Vincent entró a la habitación con las manos en los bolsillos y los hombros encogidos, algo que solía hacer cuando se sentía fuera de su zona de confianza, que era tal y como se sentía en aquel minuto. Miró al detective sin expresión alguna en su rostro y se sentó frente a él sin esperar una previa invitación. Si de antemano sabías algo, entonces no había que esperar a que te lo dijeran para hacerlo.
El detective miró en silencio cada uno de los movimientos del chico que acababa de entrar por la puerta, reparó en su incomodidad y en como se sentaba frente a él sin hacer el más mínimo gesto. Frank se preguntó si el chico hablaría o haría algún movimiento si es que él seguía sin hablar. Decidió esperar unos segundos.
Vincent miró al detective sin pestañear por algunos segundos, para luego pasear su vista por la habitación sin estresarse en lo más mínimo con el silencio que se había formado en la habitación y que un poco más cómodo lo hacía sentir. Él sabía que aquella repentina comodidad se iría tan rápido como había llegado en cuanto el detective hablara, por eso trató de adaptarse a la situación y no estar tan tenso para cuando el detective quisiera empezar el interrogatorio que el sabía que de agradable no tendría nada. Lucy le había hablado por algunos segundos y él había entendido a la perfección la imagen que el detective se había formado sobre él sin siquiera conocerlo. Esperaba que para el fin de aquel interrogatorio aquella imagen cambiase a una positiva, pero si no lo hacía, no era algo que lo tendría sin dormir por las noches.
Frank se cruzó de brazos esperando alguna reacción por parte del muchacho, pero al ver como su mirada pasaba de estar posada en él a vagar por la habitación sin detenerse en ningún punto en especial, supo que el chico no hablaría si él no lo incitaba a hacerlo. Aburrido de aquel juego, Frank tomó su planilla dispuesto a leer los datos del silencioso muchacho.
-Vincent Gallagher, veinte años, estudiante de bellas artes sin ningún vínculo con la desaparecida – Habló Frank pasando su vista de la planilla al chico que parecía estar ausente frente a él.
Vincent siguió paseando su vista por la habitación sin mirar al detective cuando este comenzó a hablar. Con toda la calma del mundo, volvió a centrar su azul mirada en el detective para luego asentir con la cabeza sin provocar el menor ruido. En aquella situación, tan alejada de su zona de confianza, prefería mantenerse en silencio.
Frank soltó un suspiro de frustración al darse cuenta que el chico parecía no querer emitir ninguna palabra a menos que fuera estrictamente necesario. Volvió la vista a su planilla y paró en la declaración de Lucy O’Coneill, aquella chica que le estaba resultando bastante parecida al silencioso muchacho que tenía en frente.
-La señorita O’Coneill mencionó que estuvo con usted la mayor parte de la velada – Empezó el detective - ¿Aquello es cierto?
-Cierto – Respondió Vincent suavizando sus facciones al recordar ciertos momentos gratos que había vivido horas atrás antes de que la pesadilla comenzase.
Frank miró inquisitoriamente al chico que parecía más ¿aliviado?, antes de hablar nuevamente – Bien – Musitó – También tengo entendido que usted desapareció por algunos minutos y volvió a aparecer justo después de que la señorita Baudelaire entrase gritando sobre la desaparición de la niña, ¿Es también eso cierto? – Indagó el detective sin despegar la vista del rostro del muchacho, que parecía hablar todo lo que sus labios callaban.
-Cierto – Afirmó Vincent mientras asentía levemente con su cabeza.
-¿Qué hizo en aquellos minutos en los que desapareció? – Inquirió Frank sin apartar la vista.
Vincent alzó una ceja con gesto confundido – Lucy debió haberle dicho que fui a buscar un cuadro que le tenía a ella, detective.
Frank volvió a suspirar con frustración ante la escueta respuesta del chico. ¿Qué tenía que hacer para que hablase más? ¿Tironearlo de la camisa que traía puesta tal y como Ethan Donovan había hecho con él segundos atrás? Comenzaba a tener unas irrefrenables ganas de ponerse de pie, tironearse de los cabellos y gritar cualquier tontería que le aliviase la frustración.
-Así es – Respondió el detective cuando pareció que su frustración comenzaba a amainar con los segundos - Señor Gallagher, cuénteme que hizo desde aproximadamente las diez de la noche en adelante – Pidió el detective.
-Estuve con Lucy desde que pisé el ferrie, también con Ethan y Thomas – Respondió Vincent suavizando un poco más su expresión facial, pero sin ser muy comunicativo con sus respuestas. Bien podría ser detective el hombre que se hallaba frente a él, pero Vincent nunca comunicaría más de lo necesario si sentía como a un extraño a la persona que tenía en frente, que era justamente como sentía al detective. Él era así y no había nada que hacer al respecto.
El detective trató de respirar y contar hasta diez antes de dejar su planilla sobre la mesa y mirar al chico con impaciencia.
-Mira muchacho, no me pareces un mal chico – Murmuró Frank – Pero no puedo evitar sospechar de forma negativa sobre ti si no me das una respuesta más larga, necesito saber todo lo que hiciste con lujo de detalle – Volvió a pedir Frank rogando mentalmente por un poco más de paciencia.
-No hay personas buenas o malas, sólo reaccionan de acuerdo a la situación – Musitó Vincent al escuchar lo primero que salió de los labios del detective – Como le decía señor detective, estuve la hora señalada junto a Lucy, supongo que sabe las razones, pero se lo contaré desde mi punto de vista – Explicó Vincent para alegría de Frank – Decidí llevarla a la popa del ferrie para poder expresarle mis sentimientos a libertad, ambos sabemos de los sentimientos del otro desde que nos conocimos, pero la necesidad de expresárselo en voz alta resultó más fuerte que mis ganas de seguir comunicándonos de una forma que sólo nosotros entendemos – Agregó Vincent formando una pequeña sonrisa en su rostro – Le dije lo que sentía para luego ir a buscarle el cuadro que había pintado especialmente para ella, en el camino a la habitación donde el cuadro descansaba no me topé con nadie que se comportase extraño si es lo que querría saber a continuación, así que mi pequeña travesía sucedió con total tranquilidad hasta que llegué al salón principal donde usted sabe perfectamente que fue lo que sucedió – Finalizó.
El detective se encontraba estupefacto, aquel silencioso muchacho había hablado más de lo que habían hablado sus anteriores interrogados y aquello lo tenía un tanto descolocado, no se esperaba aquella respuesta tan extensa de parte del chico. Sacudió la cabeza volviendo a concentrarse en la declaración de Vincent mientras anotaba con rapidez en su planilla todo lo que el chico le había confesado. Luego volvió a posar su mirada en el muchacho que parecía nuevamente haberse encerrado en su mundo.
Vincent se puso de pie antes de que el detective dijese una palabra, esperando que el hombre que se encontraba frente a él imitara sus movimientos y le señalase las pertinentes palabras para el poder salir de allí. Quería volver a sentirse relajado.
A los segundos después, Frank se colocó de pie al advertir los movimientos de Vincent. El chico era poseedor de una de las personalidades más complejas con las que Frank había lidiado a lo largo de su vida, y aquello no hacía más acrecentar sus dudas sobre él.
-Ha deducido que hemos terminado como puedo ver – Habló Frank dejando su planilla descansar sobre la mesa - Pero sólo por el momento, puede retirarse señor Gallagher.
Vincent asintió curvando sus labios en algo que quiso ser una sonrisa pero que no lo logró del todo antes de abrir la puerta y salir de la habitación dejando una extraña sensación en el aire que no pasó desapercibida por Frank.
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Día: 15 de febrero
Hora: 02:09
Lugar: Ferrie de la familia O’Coneill – Baudelaire
Persona a interrogar: Katherine Rowen
Edad: Diecinueve años.
Vínculo con la desaparecida: Ninguno.
Frank se quedó de pie, inmóvil por algunos segundos antes de sacudir la cabeza y volver a la realidad. Vincent era la persona más extraña que Frank había conocido, era imposible saber si te estaba diciendo toda la verdad, si estaba mintiendo o si te estaba ocultando información. Al ser tan poco comunicativo –Frank suponía que el chico sólo se comportaba así con extraños-, no podía evitar tener miles de sospechas en contra del muchacho.
Katherine se dirigió a la pequeña habitación caminando y contoneando su cuerpo como sólo ella sabía hacer, siendo modelo no te quedaba otra que caminar excelente. Suspiró con aburrimiento antes de golpear la puerta y asomar la mitad de su cuerpo por ella, para luego entrar por completo, cerrar la puerta y sentarse frente al detective cuando éste último le hizo la pertinente invitación de forma silenciosa. Katherine se cruzó de brazos aburrida, quería estar en miles de lugares menos allí.
Luego de leer y releer la declaración de Vincent, Frank levantó la vista cuando sintió que golpeaban la puerta y el rostro de Juliette Rowen se asomaba por ella. Frank frunció el ceño en gesto confundido al ver aquella chica entrar a la habitación, para que luego esa confusión pasara a la comprensión al acordarse de que Juliette Rowen tenía una gemela que si su planilla estaba en lo correcto, llevaba por nombre Katherine. Le hizo un gesto para que se sentase frente a él mientras se disponía a leer sus datos.
-Katherine Rowen, diecinueve años, modelo, sin ningún vínculo con la víctima – Musitó Frank esperando el asentimiento correspondiente por parte de la chica.
-Así es – Murmuró Katherine que no podía evitar sentirse frustrada en aquella pequeña habitación, y no era porque estaba hecha un manojo de nervios ante lo del secuestro - aquello le era totalmente indiferente-, era por el simple hecho de que ella debería estar en cualquier lugar menos allí, que los otros se quedaran lamentándose, ella quería ir a dormir, tenía una importante sesión fotográfica al día siguiente y no quería llegar con cara de cansancio.
Frank se quedó en silencio mientras tomaba nota en su planilla y luego dirigía su atención a la chica que se hallaba en frente. La observó por unos segundos antes de deducir que muy cómoda no se hallaba, ¿Por qué?
-Señorita Rowen…-Empezó Frank – He podido notar que no se siente muy cómoda estando aquí, ¿Se siente mal?
Katherine que había estado mirando reiteradas veces hacia la puerta, se sobresaltó un poco al escuchar la pregunta del detective – No, es sólo que mañana tengo que trabajar y no me gustaría llegar tarde – Explicó.
-Que cosa más extraña, porque puedo estar seguro que uno de mis compañeros les avisó que mañana podrían faltar a sus respectivos trabajos puesto que esto tomaría tiempo – Murmuró – La policía se encargaría de todo aquello… ¿O será que hay otra razón?
-Soy modelo señor detective, no puedo darme el lujo de faltar mañana – Habló Katherine sintiéndose más frustrada – Que los demás lloriqueen por mí.
Frank abrió su boca con sorpresa al escuchar lo que dijo la chica frente a él, no había que ser un genio para deducir que la chica se encontraba totalmente indiferente ante lo del secuestro, aquello empezaba a tornarse más oscuro.
-¿Qué los demás lloriqueen por usted? – Repitió Frank - ¿Usted no se encuentra devastada por lo del secuestro de la pequeña Elisse?
Katherine se regañó mentalmente ante lo que había dicho, había sido una estupidez y lo sabía, ¿Pero es que otra cosa podía ser?, aquella chiquilla a la que todos parecían querer a ella le resultaba de lo más irritante, odiaba toda la atención que recibía.
-¡Claro que me encuentro devastada! ¡Me parece una crueldad lo que ha sucedido! – Exclamó Katherine tratando de hacerse pasar por su sentimental hermana por unos segundos, ella era la que hubiese respondido así.
Frank sonrió satisfecho ante la respuesta de la chica, no le había creído ni en lo más mínimo la pobre actuación que había hecho. Se notaba a leguas que lo del secuestro le era totalmente indiferente.
-¿Qué hacía a las veintitrés horas de ayer señorita Rowen? – Inquirió Frank cambiando de tema. Sabía que la chica seguiría actuando de mala manera si seguía con lo anterior, el secuestro le era indiferente y punto. A Frank no lo podría convencer de lo contrario.
-Estaba en el salón principal – Respondió Katherine – No me moví de ahí desde que llegué.
-¿Alguien que secunde lo que usted está diciendo? – Indagó el detective.
Katherine alzó una ceja con ironía – No lo sé… ¿Todos quizás?
Frank no pudo evitar reír entre dientes ante la respuesta de la chica - ¿Estuvo con alguien en especial? ¿Vio a alguien comportarse de manera extraña?
-Estuve compartiendo con todos – Respondió Katherine que al escuchar la segunda pregunta del detective no hizo más que rodar los ojos - ¿Acaso no fue usted el que estuvo interrogando a los demás? ¡Todos son unos malditos raros!... en este grupo nadie se comporta de manera normal.
Frank no pudo evitar darle la razón a la chica. Había interrogado a más de la mitad de aquel peculiar grupo, y cual de todos le había resultado más extraño.
-Entonces podemos decir que estuvo a las veintitrés horas del día de ayer en el salón principal con los demás invitados – Dijo Frank sin quitar la vista de Katherine.
-Así es – Afirmó Katherine aburrida del interrogatorio. Quería irse a la cama en ese mismo instante, pero dudaba que los detectives la dejaran salir del ferri hasta que terminaran con todos los demás. Bufó por lo bajo.
-Muy bien, entonces ya hemos terminado – Habló Frank poniéndose de pie – Sólo por el momento, señorita Rowen.
Katherine asintió mientras se ponía de pie a la par del detective y mentalmente daba las gracias a cualquier entidad existente por el termino de aquel tedioso interrogatorio. Se acomodó el vestido y salió rumbo al salón principal, a hundirse entre tanto lamento sobre el secuestro de la niña.
Frank se quedó de pie mientras veía salir a la chica. Todo un personaje. Le era totalmente indiferente todo lo que había ocurrido a su alrededor y no daba señales de querer ocultarlo mucho. Despertaba las sospechas del detective.
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Día: 15 de febrero
Hora: 02:20
Lugar: Ferrie de la familia O’Coneill – Baudelaire
Persona a interrogar: William Strauss
Edad: Veintiún años.
Vínculo con la desaparecida: Ninguno.
Frank volvió a sentarse mientras se sacudía el cabello con despreocupación. Se encontraba agotado tanto física como mentalmente, pero no iba darle tanta importancia a aquello, tenía que seguir con su trabajo, y estaba casi seguro que desde ahí en adelante, era poco el tiempo que tendría para descansar.
Will entró a la habitación sintiéndose un tanto cohibido, no le agradaba tener que ser interrogado al igual que los demás, pero que le iba a hacer, no quería ningún tipo de problema con la ley. Se sentó en silencio frente al detective cuando éste le dio la pertinente invitación.
-William Strauss, veintiún años, fotógrafo, sin ningún vínculo con la desaparecida – Recitó el detective.
-Así es – Murmuró William.
-Tengo entendido que fue contratado por el señor O’Coneill para este en evento en especial, ¿Estoy en lo correcto? – Indagó Frank.
-Sí – Respondió Will acompañado de un asentimiento de cabeza.
-¿Conocía de antes a la familia O’Coneill-Baudelaire? – Inquirió Frank - ¿O es la primera vez que trabaja con ellos?
-Es la primera vez, fui recomendado por mi amiga Sarah Rutherford, que es amiga del señor O’Coneill y su grupo de amigos – Habló William mientras se mordía el labio en clara señal de nerviosismo.
Frank se quedó en silencio mientras veía los gestos faciales de William, el chico estaba bastante nervioso y Frank empezaba a cuestionarse. Cuando estuvo a punto de hablar nuevamente, fue interrumpido por William.
-Mire, no quiero ninguna clase de problemas – Comentó Will – Allá afuera los detectives me dijeron que quizás me quitarían mi cámara, ¡pero no pueden hacer eso!, es lo único que me da dinero – Agregó haciendo exagerados aspavientos con las manos. No podían quitarle su cámara, para Will era como si le quitasen un ojo o un brazo.
La comprensión pasó por los ojos de Frank en cuanto escuchó aquello salir de la boca del fotógrafo. Más claro que el agua no podía estar.
-No tendrá ningún tipo de problemas si coopera con nosotros, señor Strauss – Dijo Frank – Y no se preocupe por su cámara, se la confiscaremos sólo por un par de minutos para extraer la memoria, ahí puede haber evidencia importante que nos ayude con este delito – Explicó.
William suspiró con alivio al escuchar las palabras del detective, aún así no podía evitar sentirse preocupado al saber que otros manipularían su preciada cámara. Ojalá no hubiese aceptado el trabajo.
-Cuénteme todo lo que hizo durante la velada de ayer en la noche, señor Strauss – Pidió Frank una vez que pudo ver más aliviado al chico que tenía enfrente.
-Estuve fotografiando a todos los invitados desde que llegué, fotografiando el ferrie desde afuera también – Respondió William.
-¿Hizo algo que haya estado fuera de su contrato como fotógrafo? – Indagó Frank.
-Salí a fumar un cigarrillo como a las diez y cuarenta– Respondió William – Me encontré allí con una chica bastante extraña.
-¿Una chica? ¿Cuál era su nombre? – Inquirió Frank interesado.
-Se llamaba Agatha si es que no me equivoco y se asustó bastante al verme – Habló Will – Creo que era parte del grupo de amigos del señor O’Coneill.
-Agatha Lecter – Murmuró Frank revisando su planilla - ¿Y por que se asustó? ¿Le preguntó que estaba haciendo allí?
-Estaba sola allí y llegué yo para disturbar su paz, claro que se iba a asustar – Mencionó Frank – No le pregunté que estaba haciendo allí, pero no se veía muy bien.
-¿Por qué? ¿Le dijo algo? – Inquirió el detective anotando todo lo que el fotógrafo le decía.
-No, pero al parecer se encontraba mareada por el movimiento que hacía el ferrie – Musitó William encogiéndose de hombros.
-Claro – Murmuró Frank. No muchas personas soportaban el estar en un ferrie sin marearse - ¿Algo más que haya visto señor Strauss?
-No, creo que no – Respondió William rascándose la nuca.
-¿Estuvo con la señorita Lecter hasta que escuchó los gritos de la señorita Baudelaire? – Preguntó Frank.
-No, entré como cinco minutos antes porque tenía que seguir trabajando, después de todo para eso estaba – Contestó William. No cabía duda, se arrepentía de haber tomado aquel trabajo. Y bastante.
-Bien, eso sería todo señor Strauss – Anunció Frank – Y no se preocupe por su cámara, somos unos profesionales.
William asintió un tanto dudoso al escuchar al detective, moriría si algo le pasaba a su preciada cámara. Se puso de pie no sin antes estrechar la mano del detective, para luego salir de la pequeña habitación rumbo al salón principal.
Re: Declaración de testigos: Coartadas.
Día: 15 de febrero
Hora: 02:38
Lugar: Ferrie de la familia O’Coneill – Baudelaire
Persona a interrogar: Agatha Lecter
Edad: Veinte años.
Vínculo con la desaparecida: Ninguno.
Frank llevó ambas manos a su cabeza sacudiéndose su oscuro cabello en el acto. Se encontraba cansado, y su mente estaba hecha un total caos. Acercó uno de los olvidados vasos de agua que se hallaban a unos centímetros en un viejo pero sin duda caro mueble para tomárselo sin dejar ninguna gota. La siguiente persona a interrogar era Agatha Lecter, definida por su anterior interrogado como “Una chica bastante extraña”. Frank se preguntaba cuan extraña podría ser mientras veía como la chica cruzaba la puerta y se sentaba frente a él con una tímida sonrisa.
Agatha se encontraba bastante nerviosa dentro de aquella habitación. Entre desconsolados llantos, Lorraine le había hablado sobre la cruel personalidad del detective, algo que Agatha podía comprobar al ver su mirada, que le llegaba a resultar un tanto siniestra.
-Agatha Lecter, veinte años, estudiante de medicina, ningún vínculo con la desaparecida – Recitó Frank leyendo los datos que estaban escritos en su fiel planilla.
Agatha asintió al escuchar su información personal salir de los labios del detective – Así es – Musitó.
Frank observó a la chica de rostro bastante agradable que se hallaba frente a él por unos cuantos segundos. El nerviosismo era evidente en la chica, y aquello se dejaba notar en el excesivo movimiento que hacía con sus manos. Frank alzó una ceja intrigado.
-No esté nerviosa señorita Lecter – Murmuró el detective esbozando una pequeña sonrisa casi mecánica, aquel tipo de sonrisa que solía usar con los interrogados que se ponían un tanto emocionales – Trataré de ser lo más rápido posible – Agregó.
-Cualquiera estaría nervioso con lo que ocurrió señor detective, Lorraine es mi mejor amiga y no soporto verla en aquel estado – Habló Agatha bajando la mirada, ella adoraba a la pequeña Elisse.
-Entiendo señorita Lecter, pero tenemos que seguir con el interrogatorio – Dijo Frank luego de estar unos segundos en silencio, dándole así un pequeño tiempo a Agatha para que ésta se concentrase – Bien, ¿Qué hacía usted aproximadamente a las veintitrés horas de ayer? – Indagó.
-Estaba compartiendo con todos en el salón principal – Respondió Agatha.
-¿En el salón principal? – Inquirió Frank elevando ambas cejas, desvió rápidamente la vista a su planilla, más específicamente a la declaración de William Strauss – Según el señor Strauss, usted estaba en el exterior a esa hora – Agregó frunciendo el ceño.
Agatha se mordió el labio inferior al escuchar al detective, mientras negaba frenéticamente ante sus palabras.
-Sí…digo no, no estaba en el exterior – Replicó la castaña.
-¿No? – Inquirió el detective – Explíqueme aquello – Pidió sin dejar de fruncir el ceño. La situación se tornaba extraña.
- Estaba en el exterior, si, pero luego de un rato entré al salón principal con los demás – Argumentó Agatha – William entró antes que yo, y no me debió haber visto cuando yo entré también, por eso él supone que yo me quede afuera – Agregó con un tono de voz que convencería a cualquiera.
Frank murmuró algo que sonó parecido a “mhmmm” antes de quedar en silencio. Aquello que decía tenía bastante sentido para cualquiera, y si le agregaban el tono de voz y la mirada tan convincente que la chica usaba, era suficiente.
-¿Por qué decidió salir afuera en vez de estar dentro con los demás invitados señorita Lecter? – Indagó el detective.
La mirada de Agatha se paseó por toda la habitación antes de contestar. Una pequeña risa salió de sus labios.
-Estaba lleno de parejas, ya sabe, San Valentín, amor por todos lados, hacía mal tercio allá por donde fuese – Respondió encogiéndose de hombros.
-Por supuesto – Murmuró Frank.
Era algo extraño, Frank sabía que no todos podían estar con pareja, y aparte se supone que siendo amigos todos compartían con todos, o al menos así lo habían especificado los demás chicos que ya había interrogado.
-¿Cuánto tiempo estuvo fuera? – Preguntó Frank luego de anotar en su planilla.
Agatha ladeó la cabeza – Mhmmm…Cuarenta minutos aproximadamente.
“Tiempo suficiente”, pensó Frank – ¿En ese tiempo que estuvo fuera vio algo extraño? – Inquirió – Tengo entendido que el ferrie estuvo estacionado como una hora y media antes de que ocurriese la desaparición – Agregó mientras Agatha asentía - ¿Vio movimientos sospechosos en el puerto?
-La oscuridad no permitía ver muy bien, pero no, no vi nada extraño detective – Respondió mientras negaba con la cabeza.
-Bien – Musitó Frank – Creo que ya hemos terminado señorita Lecter – Anunció Frank poniéndose de pie a la par de Agatha – Si recuerda algo por favor háganoslo saber.
-Lo haré – Afirmó Agatha esbozando la misma tímida sonrisa que cuando entró a la pequeña habitación.
Frank alargó su brazo para estrechar la mano de la chica y curvar sus labios en una pequeña e imperceptible sonrisa. Al salir, aquella sonrisa de timidez que Agatha tenía dibujada en su rostro, aquella sonrisa que resultaba agradable a cualquiera, había cambiado repentinamente, y esta nueva sonrisa estaba cargada de una cuota de cinismo que dejó a Frank un tanto descolocado.
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Día: 15 de febrero
Hora: 02:52
Lugar: Ferrie de la familia O’Coneill – Baudelaire
Persona a interrogar: Jeff O’Neil
Edad: Diecinueve años.
Vínculo con la desaparecida: Ninguno.
Frank se quedó de piedra al ver la extraña sonrisa en el rostro de la chica que había salido hace unos escasos segundos. Se preguntó donde había ido a parar esa adorable sonrisa tímida, porque la última sonrisa que la chica tenía dibujada en su rostro, aunque no lo reconociera…le había dado miedo.
Volvió a sentarse en su silla mientras sentía un suave golpeteo en la puerta y una cabellera rubia se dejaba asomar a los segundos después. Jeff O’Neil, según su planilla. El chico de aspecto cansado se dejó caer en la silla que estaba frente a Frank sin esperar una invitación. El detective miró el rostro del chico y reparo en algunas cosas.
Pupilas dilatadas, nariz un tanto irritada.
O aquel muchacho que se hallaba frente al detective estaba enfermo…o estaba drogado. Frank rápidamente se decantó por la última opción.
-Jeff O’Neil, diecinueve años, estudiante de sicología sin ningún vínculo con la víctima – Habló el detective frunciendo el ceño. ¿Estudiante de sicología? ¿Que clase de sicólogo esperaba ser él siendo un drogadicto?
-Sí – Musitó Jeff limpiándose frenéticamente a la altura de la solapa y hombros.
Frank reparó en aquel movimiento y lo supo de inmediato, cocaína era lo que tenía aquel muchacho en su organismo. Cocaína inhalada. Frank tenía entendido que aquel efecto duraba hasta unos treinta minutos, y no dudaba que el efecto ya estuviera amainando en el muchacho al ver que no presentaba signos de euforia e hiperactividad.
Jeff se sacudió el cabello con despreocupación luego de haberse limpiado los hombros. Había vuelto a inhalar hace un rato, y aquella sensación de tener polvo en el lugar nombrado anteriormente persistía y persistía. Sabía que era mala idea inhalar cuando el ferrie estaba rodeado de policías, y más mala idea andar trayendo cocaína en los bolsillos. Podían acusarlo de traficante, que era justamente lo que él era. Estar encarcelado no estaba dentro de sus planes.
-¿Qué estaba haciendo a las veintitrés horas de ayer, señor O’Neil? – Inquirió Frank luego de unos segundos, esperando que recordase.
-Supongo que estaba en el salón principal – Respondió rascándose la nuca.
-¿Supone? – Repitió Frank que ya se esperaba una respuesta de aquel tipo.
Jeff se encogió de hombros – Eso creo – Murmuró.
Frank tenía ganas de golpearse contra la pared al escuchar al muchacho. Tan joven y ya se estaba arruinando la vida al consumir aquella sustancia. En otras circunstancias, Frank lo hubiese apresado sin dudar ni un segundo, ya que no dudaba que el chico anduviese cargando cocaína en su cuerpo. Pero esa noche el no estaba para ocuparse de aquello, el secuestro era mucho más importante que un chiquillo que andaba perdido por la vida.
-¡No! – Exclamó Jeff sobresaltando a Frank – Ya lo recordé, ¡Estaba con Amber!
-¿Amber? – Inquirió Frank buscando aquel nombre en su planilla - ¿Amber Johnson?
-Si, estaba con ella…en los baños – Murmuró disminuyendo los decibeles en su voz. Frank supo de inmediato lo que había pasado entre los dos.
-¿Cuánto rato estuvo en los baños, señor O’Neil? – Indagó Frank - ¿Estaba en el salón principal cuando escuchó a la señorita Baudelaire, o llegó después de aquello?
-Llegué al salón principal como cinco minutos antes – Respondió Jeff – Estuve con Amber bastante tiempo, pero no se cuanto exactamente – Agregó encogiéndose de hombros.
”Por lo menos algo recuerda” pensó Frank anotando lo que el muchacho le había dicho.
-¿Vio a alguien extraño señor O’Neil? – Indagó el detective.
-No – Respondió Jeff – Sentí bastante movimiento, pero supongo que era porque todos estaban bailando.
Frank se quedó en silencio ante esa nueva confesión. El salón principal no se hallaba tan cerca del baño, pero si a una distancia prudente como para escuchar los pasos de bailes, también había que tener en cuenta que el ferrie estaba en constante movimiento debido a las pequeñas oleadas, y que las palabras del chico no eran las más confiables, debió haber estado totalmente drogado cuando escuchó movimientos. ”Demonios” fue el nuevo pensamiento del detective. Esperaba que la amiga del muchacho, Amber Johnson, pudiese decirle algo más al respecto.
-Por el momento hemos terminado, señor O’Neil – Anunció Frank. Lo interrogaría nuevamente en cuanto no lo encontrase drogado, de aquello no cabía duda – Puede retirarse – Agregó poniéndose de pie mientras señalaba a la puerta.
Jeff asintió mientras se ponía de pie y se dirigía a la puerta. No se arrepentía de haber inhalado nuevamente antes de entrar, no quería hablar de lo que recordaba en el interrogatorio…o de lo que no quería recordar.
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Día: 15 de febrero
Hora: 03:04
Lugar: Ferrie de la familia O’Coneill – Baudelaire
Persona a interrogar: Amber Johnson
Edad: Diecinueve años.
Vínculo con la desaparecida: Ninguno.
Frank volvió a sentarse en cuanto el chico desapareció por la puerta. En el actual estado en el que el rubio se encontraba, la declaración que le había dado segundos atrás no le servía demasiado, pero eso de que había sentido movimientos le era bastante sospechoso, por eso no dudaría en volver a contactarse con él cuando estuviese más lúcido.
Su siguiente persona a interrogar era Amber Johnson, la que había estado con Jeff en los baños según la declaración de éste último. Frank tenía la esperanza de que ella le confirmase aquello de los movimientos, pero cuando la vio cruzar la puerta acompañada de cortas risotadas, el cabello desordenado y su andar zigzagueante, Frank supo que no conseguiría nada bueno.
Cualquiera que se acerca a un radio de dos metros de Amber, podría caer en la cuenta del olor alcohol, y no había que ser un gran genio para deducir el evidente estado de ebriedad en el cual la chica se encontraba. Estaba ebria, bastante ebria.
Amber se sentó frente al detective a duras penas, la cabeza le daba vuelta y sentía que en cualquier momento podría descomponerse. Pero aquello no le importaba. En lo absoluto. La noche aún era muy joven para ella, no entendía porque de pronto la fiesta se había acabado, ella la estaba pasando bastante bien.
Algo sobre Elisse le había entendido a su mejor amiga Sarah. Pero no le prestó demasiada atención.
-Amber Johnson, diecinueve años, estudiante de diseño sin ningún vinculo con la desaparecida – Recitó Frank poco seguro de que le entendiese.
-¿Por qué recita mis datos? – Indagó Amber frunciendo el ceño. O al menos eso parecía desde el punto de vista de Frank.
-Señorita Johnson – Empezó Frank masajeándose las sienes - ¿Sabe usted donde está?
-Sarah me dijo que en un interrogatorio pornoséqué de Elisse – Contestó soltando una pequeña risa - ¡La fiesta estaba taaaaan buena!
-Dios – Murmuró Frank negando con la cabeza, dejó su planilla sobre la mesa antes de hablar – Señorita Johnson, Elisse desapareció.
-¿Y qué? – Fue la respuesta de Amber mientras estiraba los brazos hacia los costados – Es una niña, ellos desaparecen – Agregó encogiéndose de hombros – Pero no se preocupe, probablemente esté jugando por ahí con Juliette que es su niñera.
Frank rogaba por paciencia al escuchar aquella argumentación – Señorita Johnson, la niña fue secuestrada, es decir, que probablemente no la devuelvan si no entregan dinero a cambio, yo soy detective, y estoy aquí para encontrarla.
-¡Ahhhh! – Exclamó la castaña abriendo exageradamente la boca - ¡Pues haberlo explicado antes señor detective!... ya aparecerá.
Frank nuevamente tuvo aquella sensación que tuvo minutos antes con el drogadicto, esa de querer golpearse la cabeza contra la pared. Volvió a masajearse las sienes antes de volver a hablar.
-Usted está borracha señorita Johnson – Habló el detective.
Una larga risotada salió de la boca de Amber - ¡Pero que observador! – Exclamó sin dejar de reír – Señor detective, no sea tan amargado, ¡le saldrán arrugas! – Agregó poniéndose de pie rodeando la mesa y acercando sus labios al oído del detective – Y vaya que es guapo para tener arrugas – Susurró mientras una nueva risita se escuchaba en la habitación.
Frank rogó por paciencia a cualquier entidad superior que existiese para poder llevar aquel interrogatorio con tranquilidad, porque la paciencia se le iba agotando poco a poco. Se puso de pie al escuchar el último comentario, tomó el brazo de la hilarante Amber, y la volvió a sentar en la silla mientras le daba una amenazadora mirada.
-Señorita Amber por favor ubíquese – Amenazó Frank volviendo a sentarse en su silla – Elisse O’Coneill ha sido secuestrada y no sabemos si la encontraremos, este es un tema delicado y no algo para la risa como usted lo está tomando – Finalizó mientras en su mente se agregaba un poco delicado “Maldita borracha”.
Amber, que se mantuvo en silencio durante el pequeño discurso del detective, volvió a fruncir el ceño al escucharlo hablar, para luego llevarse una mano a la cabeza y suspirar.
-Lo siento – Murmuró. No entendía a la perfección lo que sucedía, pero su pequeña parte lúcida le decía que no era nada bueno.
Frank suavizó un poco su amenazadora expresión facial al escuchar la disculpa de la chica. Tomó aire y decidió seguir con el interrogatorio, después de todo, los borrachos dicen la verdad ¿no?
-Bien – Dijo Frank - ¿Qué hacía usted alrededor de las veintitrés horas de ayer, señorita Johnson?
Amber frunció el ceño para luego murmurar algo que sonó como “awww” al recordar que es lo que hacía. Estaba con Jeff…ya vaya que estaba disfrutando con él.
Frank carraspeó al ver como la chica parecía perderse en sus pensamientos, que él suponía debía estar relacionado con su pregunta anterior y que también suponía debía estar relacionado con Jeff O’Neil. Dos más dos.
-¡Lo siento! – Exclamó Amber – Mhmmm… Estaba con Jeff O’Neil, en los baños y emmm... – Se detuvo en mitad de frase mientras un notable sonrojo de apoderaba de sus mejillas -…ya sabe.
-Lo sé – Murmuró Frank anotando en su planilla – El señor O’Neil mencionó algo sobre unos movimientos que sintió cuando estaba en el baño… ¿Qué me puede decir usted sobre aquello? – Indagó.
Amber rió a carcajadas al escuchar al detective – ¡Ay señor detective!... aparte de los movimientos ooobvios – Murmuró mordiéndose el labio inferior – No creo haber sentido algo más… estaba, mhmmm…concentrada.
Frank negó con la cabeza al escuchar a la muchacha ebria que se hallaba frente a él. Tenía la esperanza hace unos escasos segundos de poder sacarle más información que a Jeff O’Neil, pero ella estaba en peores condiciones que el rubio drogadicto.
-¿Entonces no escuchó ningún ruido proveniente desde…afuera? – Fue la pregunta que hizo Frank a continuación haciendo énfasis en la última palabra.
-No lo creo – Respondió negando con la cabeza – Pero si recuerdo algo se lo haré saber señor detective – Agregó formando una coqueta sonrisa en su rostro.
Frank rodó los ojos al ver aquella sonrisa – ¿Estaba usted en el salón principal cuando escuchó los gritos de la señorita Baudelaire? – Preguntó alzando una ceja. Según la anterior declaración de Jeff O’Neil, Amber también debería haber estado en el salón cuando la pesadilla comenzó.
-¡Oh si! – Exclamó – Chlöe tuvo que haber estado bastante borracha para gritar de aquella manera – Agregó riendo entre dientes.
Y otra vez aquella sensación de querer golpearse contra la pared más cercana se apoderaba de Frank, suspiró con frustración para luego ponerse de pie y dirigirse a la puerta.
-Hemos terminado señorita Johnson, puede retirarse – Anunció abriendo la puerta. Sin duda tendría que volver a interrogarla otra vez, aunque dudaba de que recordase algo.
Amber se puso de pie con dificultad sin dejar de reír, se acercó a la puerta y antes de salir, le dio un beso en la mejilla al frustrado detective el cual no hizo más que suspirar.
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Día: 15 de febrero
Hora: 03:27
Lugar: Ferrie de la familia O’Coneill – Baudelaire
Persona a interrogar: Andrew McCartney
Edad: Veinte años.
Vínculo con la desaparecida: Ninguno.
”¿Qué es lo que vendría ahora?” se preguntaba Frank luego de haber despachado a Amber. Ya había tenido un encuentro con un rubio adicto a la cocaína, y con una borracha que todo le parecía divertido. ¿Qué vendría ahora?, Katherine Rowen tenía bastante razón, dentro de aquel grupo parecía que ninguno estaba dentro de los parámetros de normalidad.
Frank tomó su planilla y se percató de que solo le quedaban tres personas por interrogar. Amaba su trabajo, no lo iba a negar, pero esa vez sólo quería terminar con aquella tarea que a esas alturas se le empezaba a volver tediosa. Para el imperturbable Frank muchas emociones juntas lo frustraban de sobremanera.
Andrew cruzó la puerta tan elegante como siempre, con aquel porte encantador que lo caracterizaba allá por donde iba. Su claros ojos se pasearon por el lugar de manera rauda, escudriñando cada rincón de éste, para finalmente posar sus ojos en el detective, acomodarse su chaqueta y quedarse de pie al lado de la silla mientras cruzaba sus manos por detrás de su cuerpo, esperando una pertinente invitación salir de los labios del detective.
Quizás sonase muy exagerado, pero de un momento a otro, Frank creía escuchar el celestial coro de los ángeles. El chico que acababa de entrar parecía estar bordado a la perfección con la más fina elegancia, el detective sólo esperaba que el chico no fuese un malcriado y arrogante hijo de papá, pero fuese como fuese, en ese momento un chiquillo arrogante le parecía mucho mejor que un drogadicto o una maldita borracha.
El detective le hizo un gesto con la mano al rubio que estaba de pie en frente a él cual guardia frente al palacio de la presidencia, señalándole la silla para que éste se sentase. Frank pudo presenciar la pequeña reverencia que el chico le hizo con la cabeza, para luego verlo sentarse en la silla de manera silenciosa, esperando que Frank rompiese el silencio.
-Andrew McCartney, diecinueve años, estudiante de administración empresarial sin ningún vínculo con la desaparecida – Musitó el detective. Administración empresarial, claro, no esperaba algo distinto del chico que se hallaba frente a él, puesto que tenía la imagen de ser el siguiente gran magnate de una prestigiosa empresa... si es que no lo era ya.
-Todo es correcto – Murmuró Andrew afirmando con su cabeza.
Frank dio vueltas entre sus dedos al bolígrafo que se hallaba medio gastado por tanta tinta que había utilizado. El imperturbable semblante del rubio –a ojos del detective- parecía ocultar algo, tanta impasibilidad era prácticamente imposible en una persona, se preguntaba en aquel momento si es que el muchacho que se hallaba frente a él tenía una similar personalidad o parecida en ciertos matices con la de Vincent Gallagher, aquello no sería nada positivo para la desgastada mente de Frank.
-Señor McCartney, ¿Qué hacía exactamente cerca de las veintitrés horas de ayer? – Inquirió el detective luego de un pequeño lapsus de silencio.
Andrew que hasta ese momento había permanecido en silencio, se apresuró en contestar – En el salón principal con casi todos, no me alejé de aquel lugar desde que entré al ferri con los demás invitados, no vi a nadie extraño, nadie conocido con conductas extrañas, nadie desaparecer por un exagerado lapsus de tiempo… si es que esas eran las preguntas que seguían a continuación, creo que ya se las he contestado señor detective.
Frank elevó ambas cejas al escuchar la respuesta del rubio, podía deducir fácilmente que la paciencia no era una de las virtudes del chico, y aunque en efecto, esas y entre otras preguntas eran las que cuestionaría a continuación, ciertas palabras habían llamado su atención.
-¿Casi todos? – Repitió Frank
-Así es, casi todos – Afirmó el rubio – Otros, a diferencia mía, si salieron del salón principal.
-Por supuesto – Murmuró el detective. Según las declaraciones de sus anteriores interrogados, la gran mayoría, por no decir casi todos, habían abandonado el salón principal por uno u otro motivo – Señor McCartney, sé que quizás ya me respondió esta pregunta con su argumento anterior, pero no puedo evitar preguntarlo, ¿Vio a algunos de sus amigos quedarse fuera del lugar por un largo periodo de tiempo?
-Hmmm... La gran mayoría – Respondió Andrew.
-¿Podría ser más específico? – Pidió Frank.
Un pequeño bufido, casi imperceptible, se pudo escuchar salir de la boca de Andrew antes de que éste contestase – Señor detective, estoy casi seguro que el resto fue bastante específico al decir si es que salió o no.
Frank puso los ojos en blancos por un breves segundos – Eso es correcto señor McCartney, pero usted podrá suponer que las coartadas las hacemos para verificar si coinciden entre ellas, necesito que me diga nombres.
Andrew comenzaba a desesperarse al darse cuenta que al parecer el detective no entendía que el de paciencia no sabía nada – Todos, señor detective, todos. Las hermanas Baudelaire, las gemelas, los O’Coneill, Thomas, Ethan y Vincent – Hizo un pausa tratando de recordar – Agatha, Jeff, Amber y Sarah, otros invitados, todos, señor detective…todos – Finalizó recalcando la última palabra con un peligroso tono de voz, le frustraba el que no lo entendieran.
Frank alzó una ceja al notar como su personalidad pareció cambiar de elegante a peligrosa en un abrir y cerrar de ojos. Un rasgo bastante característico en las personas con…
-Sé lo que está pensando – Interrumpió Andrew mirando al detective con irritación – No tengo paciencia señor detective, si le digo que todos salieron de la estancia, es porque TODOS salieron de la estancia.
Frank parpadeó un par de veces al escuchar al rubio joven que se hallaba sentado frente a él, estaba claro que no poseía paciencia alguna, pero nunca había visto que una persona se irritase tan fácilmente por pedirle ser más específico. Anotó unas cuantas cosas en su planilla antes de continuar – Entonces me está diciendo que todos salieron del salón principal menos usted, ¿Por qué?
-Porque simplemente no se me dio la gana – Respondió Andrew relajando su elegante semblante, cruzándose de brazos y apoyando su espalda en el respaldo de la silla.
-¿Ni siquiera se asomó a ver como estaba el clima? – Preguntó Frank con cierto tono de ironía en su voz.
-Ya le dije no, no se venga a pasar de listo conmigo – Respondió el rubio entrecerrando los ojos, aquel interrogatorio absurdo y sin sentido alguno ya lo empezaba a aburrir.
-Muy bien entonces – Murmuró Frank hastiado – El interrogatorio ha terminado, retírese señor McCartney – Agregó señalando la puerta.
-Bien – Aceptó Andrew sonriendo con suficiencia, al fin podría alejarse de la odiosa cara del detective que no lo comprendía a la primera, pero estaba seguro, bastante seguro, que volvería a verlo otra vez.
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Día: 15 de febrero
Hora: 03:41
Lugar: Ferrie de la familia O’Coneill – Baudelaire
Persona a interrogar: Sarah Rutherford
Edad: Diecinueve años
Vínculo con la desaparecida: Ninguno.
Frank podía deducir que la paciencia, que si bien la tenía en grandes cantidades, ya se le había ido por completo, yéndose bastante lejos dejándolo en un estado de irritación y cansancio. Andrew McCartney no era un mal chico, pensó el detective en aquel momento, pero era obvio deducir que no le gustaba que le llevasen la contraria y que no lo entendiesen a la primera. Sería un gran administrador claramente.
Su planilla apuntaba a que sólo dos personas eran las que faltaban por interrogar, y en aquel momento era el turno de Sarah Rutherford, que al parecer, por la anterior declaración de Amber Johnson, eran muy buenas amigas. Frank rogaba a que la chica no se pareciese a ésta última, no sabría si aguantaría el tener que lidiar nuevamente con una borracha.
Sarah entró en la pequeña habitación con los ojos achinados por el cansancio de la fiesta, a diferencia de Amber, que al parecer se había tomado hasta el agua de los floreros, Sarah había podido controlarse más, pero no lo suficiente para aguantar el mareo y el dolor de cabeza que se le empezaba a avecinar. Se sentó frente al detective sin esperar una pertinente invitación, su estado físico no era el mejor para mantenerse de pie sabiendo que en cualquier momento podría caerse al suelo, o pero aún, descomponerse.
Frank escrudiñó a la castaña desde que ésta puso un pie en la estancia, no se veía con ánimos para seguir festejando ni para nada parecido. El detective pudo respirar tranquilamente. Le regaló una pequeña sonrisa a la chica que sin duda se veía bastante mal y se dispuso a empezar con el interrogatorio.
-Sarah Rutherford, diecinueve años, ningún vínculo con la desaparecida, actualmente desempleada – Habló Frank haciendo especial hincapié en el último punto, preguntándose mentalmente el por qué del actual desempleo de la chica.
Un asentimiento por parte de la chica con un pequeño “Hmmm” saliendo de sus labios, fue lo único que Frank pudo recibir por respuesta por parte de la castaña. Sarah pensaba que si abría la boca en cualquier momento podría descomponerse, y aquello sería bastante vergonzoso.
-Bien – Musitó el detective tomando nota en su planilla – En su ficha apunta a que usted está desempleada, dígame señorita Rutherford, ¿Cómo se mantiene?
Sarah escuchó al guapo detective con atención, masajeándose las sienes antes de responder – Se podría decir que soy bailarina, aunque no es un trabajo estable y no estoy contratada por ninguna agencia ni nada parecido – Puntualizó encogiéndose de hombros. Había tenido la oportunidad de participar en numerosos musicales, pero al no estar contratada por ninguna persona, sus opciones se veían bastante reducidas.
-Ya veo – Dijo el detective luego de haber escuchado a la chica que parecía lucir mejor conforme el tiempo pasaba – Y ahora cuénteme señorita Rutherford, ¿Qué hacía aproximadamente a las veintitrés horas de ayer?
Sarah arrugó el ceño mientras trataba de recordar – Estuve bailando, claramente – Respondió dibujando una pequeña sonrisa en sus labios como cada vez que hablaba del baile – Y compartiendo con todos los demás – Agregó.
-¿Salió del salón principal hacia otros puntos del ferri?
-No lo recuerdo, puede que haya ido al baño, pero eso es todo – Argumentó la castaña.
-Como la gran mayoría – Murmuró el detective más para si mismo que para la chica. Anotó en su planilla lo dicho por Sarah y se dispuso a seguir preguntando justo en el momento en que esta última lo interrumpió de su cometido.
-¿La gran mayoría? – Repitió Sarah interesada - ¿Ya tienen a algunos sospechosos?
Frank alzó una ceja ante las preguntas de la chica – Todos son sospechosos señorita Rutherford, hasta usted misma lo es.
-¿Yo? – Inquirió Sarah elevando ambas cejas, para luego restarle importancia con un vago gesto de su mano – Pero tienen que tener a alguien que resulte más sospechoso que los demás, ¿cierto?
-Si, pero como ya dije, todos son sospechosos, aquí la ley se aplica al revés, todos son culpables hasta que se demuestre lo contrario – Argumentó el detective sintiéndose de pronto como el interrogado.
-¿Sabía que la prensa está afuera? – Preguntó la castaña – Ellos necesitan algo de información.
Frank bufó al escuchar a la chica, él personalmente odiaba a la prensa inmiscuyéndose en todos los asuntos de la policía, entorpeciendo muchas veces su trabajo y filtrando información que muchas veces los desacreditaba como institución. El detective sólo esperaba que sus colegas pudiesen haber detenido a la prensa de entrar en el ferri y a los invitados de comentar algo sobre la desaparición, ya más tarde alguien se encargaría de entregar un comunicado -Y al parecer usted también la necesita – Habló Frank respondiendo al último comentario de la castaña.
-Si, bueno – Murmuró Sarah desviando su mirada hacia su derecha – Todos estamos sumamente preocupados por Elisse, necesitamos saber algo más – Agregó usando un tono de voz bastante convencedor, digno de la envidia de muchos periodistas.
-La información se dará a conocer a su respectivo tiempo, señorita Rutherford – Habló el detective – Prosigamos con el interrogatorio, por favor.
-De acuerdo – Murmuró Sarah entre un suspiro, le gustaría haber conseguido un poco más de información, pero el detective parecía ser una tumba.
-¿Vio a algún extraño en las instalaciones del ferri? – Preguntó luego de haber escuchado la desanimada aprobación de la chica.
-No, todos eran conocidos de Jeremy y Lorraine, aunque yo no claramente no los conocía a todos.
-¿Alguna de esas personas que usted no conocía se comportaba de manera extraña? – Inquirió Frank
-Bueno, muchos estaban ebrios y parecido, pero ninguno tenía cara de ser un sicópata o algo parecido – Respondió Sarah con una divertida sonrisa en su rostro.
-Bien, entonces podríamos concluir en que usted no vio nada fuera de lo común en el ferri ni nadie comportándose de extraña manera – Finalizó el detective.
-Así es – Afirmó Sarah.
-Muy bien entonces, el interrogatorio ha terminado – Anunció Frank – Si recuerda algo, no dude en hacérselo saber a algunos de mis colegas.
-Por supuesto que se los haré saber – Murmuró Sarah como si fuese obvio, cualquier información importante que estuviera a manos de la castaña, no tardaba en ser sabida por todos.
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Día: 15 de febrero
Hora: 03:58
Lugar: Ferrie de la familia O’Coneill – Baudelaire
Persona a interrogar: Lucas Harrison
Edad: Diecinueve años
Vínculo con la desaparecida: Ninguno.
A penas Sarah desapareció por la puerta, Frank se preguntó instantáneamente como es que la chica estaba desempleada, si fácilmente podría dedicarse a ser periodista. El hambre voraz que sentía por saber información era algo que se notaba a distancias en la castaña.
Frank sonrió con satisfacción al caer en la cuenta que sólo faltaba una persona por interrogar. De todos los interrogatorios que había hecho en su carrera como detective, éste le había parecido el más particular de todos, cada miembro de aquel grupo de amigos era todo un personaje, que tenían sus propias características para ser considerados como sospechosos, o cómplices del delito. Podían haber actuado varias personas, aún no se sabía, pero lo iba a averiguar.
Lucas entró en la habitación luego que uno de los detectives se lo haya señalado. Cada uno de sus amigos se había formado una propia imagen del detective, unas buenas, otras malas y otras malísimas, sobre todo la de Ethan, que no había dejado de hablar nada bueno sobre el detective desde que salió de su interrogatorio.
Frank le indicó a Lucas que se sentase en la silla que estaba en frente luego de ver a éste cruzar la puerta. Pudo notar con facilidad que el joven se hallaba totalmente perturbado, probablemente por el secuestro o quizás por otra cosa. De todas maneras, Frank lo iba a averiguar.
-Lucas Harrison, veinte años, camarero, ningún vínculo con la víctima – Recitó el detective pasando su mirada de la planilla hacia el moreno, esperando su pertinente afirmación.
-Si – Murmuró Lucas en medio de un suspiro. Todavía no podía creer que estuviese viviendo aquella situación, le parecía sumamente irreal que de un momento a otro haya estado jugando con Elisse y en el otro haya desaparecido.
Frank miró por algunos en silencio al joven que se encontraba frente a él. No se veía nada bien, pero no iba a tenerle compasión, podrían ser diversos factores el que lo hayan llevado a tal situación…Quizás el cargo de conciencia - ¿Se siente bien, señor Harrison?
Lucas volvió a suspirar para luego fruncir el ceño instantáneamente al escuchar la pregunta del detective - ¿Habla en serio? – Preguntó atónito – Elisse acaba de desaparecer y usted me pregunta si es que “me siento bien”, ¡No me siento nada bien! – Exclamó. Creía poder entender a Ethan en esos momentos.
-Claro – Musitó Frank. Si, era por la desaparición, o al menos eso le quería hacer creer - ¿Qué hacia entre las veintidós y veintitrés horas de ayer señor Harrison?
Lucas se tomó su tiempo antes de contestar – Estuve jugando con Elisse antes de que la mandaran a la cama, luego compartí con los demás en el salón – Respondió.
-¿Dónde estuvo jugando con Elisse? - Preguntó el detective luego de anotar rápidamente en su planilla la información que el chico le había proporcionado.
-En el salón principal, esa niña se ganó mi corazón – Murmuró sin poder evitar bajar su vista hacia el suelo. Lucas se preguntaba como alguien había sido tan cruel para ser capaz de secuestrar a una niña.
-Ok… - Musitó Frank luego de haber estado unos segundos en silencio - ¿Salió del salón principal en alguna ocasión? – Indagó
-Salí a cubierta luego de que fueron a acostar a Elisse, pero no fueron más de diez minutos – Respondió Lucas.
-¿Vio algo extraño durante ese periodo en el que estuvo fuera? ¿Movimientos? ¿Más gente? – Inquirió Frank.
-Bueno, lo típico, había bastante movimiento en el muelle a esa hora, al parecer habían más fiestas en otros ferris, pero nada extraño – Argumentó encogiéndose de hombros.
Frank asintió ante aquello, tenía entendido que sus colegas ya habían mandado gente para que revisasen los alrededores, entre eso, los demás ferris - ¿Qué hizo luego? – Preguntó el detective.
-Luego entré y estuve con los demás – Respondió Lucas – Luego Chlöe entró alegando sobre la desaparición de la niña, y ya sabe el resto.
-Así es – Murmuró Frank con un pequeño asentimiento – Eso sería todo señor Harrison, si recuerda algo, no dude en comunicárnoslo.
-De acuerdo – Afirmó Lucas, se puso de pie a la par del detective y salió de aquella habitación con el mismo sentimiento de frustración con el que había entrado.
Frank soltó todo el aire que había contenido mientras había durado aquel largo interrogatorio, no iba negar que sentía una extraña opresión en el pecho mientras hablaba con cada uno de los interrogados, probablemente la desaparición de Elisse fuese uno de los casos más importantes de su carrera.
Salió de la pequeña habitación, confesionario de muchas respuestas, no sin antes tomar su planilla y acomodar su placa de detective que lucía flamante colgada en su chaqueta hacia el salón principal. Se quedó serio y quieto cuando vio a todos los invitados, y a todos sus interrogados con cara de estar viviendo una pesadilla, todos ellos lo miraron con aquel rostro que Frank ya había presenciado en muchas oportunidades, aquel rostro que clamaba misericordia y un poco de comprensión, esperando que todo tuviese un buen desenlace. Frank miró cada rostro presente en la estancia, deteniéndose particularmente en los que había interrogado. Una única pregunta fue la que se le vino a la mente en aquel momento al mirar todos los rostros de terror de los presentes: ¿Dónde está Elisse?
Hora: 02:38
Lugar: Ferrie de la familia O’Coneill – Baudelaire
Persona a interrogar: Agatha Lecter
Edad: Veinte años.
Vínculo con la desaparecida: Ninguno.
Frank llevó ambas manos a su cabeza sacudiéndose su oscuro cabello en el acto. Se encontraba cansado, y su mente estaba hecha un total caos. Acercó uno de los olvidados vasos de agua que se hallaban a unos centímetros en un viejo pero sin duda caro mueble para tomárselo sin dejar ninguna gota. La siguiente persona a interrogar era Agatha Lecter, definida por su anterior interrogado como “Una chica bastante extraña”. Frank se preguntaba cuan extraña podría ser mientras veía como la chica cruzaba la puerta y se sentaba frente a él con una tímida sonrisa.
Agatha se encontraba bastante nerviosa dentro de aquella habitación. Entre desconsolados llantos, Lorraine le había hablado sobre la cruel personalidad del detective, algo que Agatha podía comprobar al ver su mirada, que le llegaba a resultar un tanto siniestra.
-Agatha Lecter, veinte años, estudiante de medicina, ningún vínculo con la desaparecida – Recitó Frank leyendo los datos que estaban escritos en su fiel planilla.
Agatha asintió al escuchar su información personal salir de los labios del detective – Así es – Musitó.
Frank observó a la chica de rostro bastante agradable que se hallaba frente a él por unos cuantos segundos. El nerviosismo era evidente en la chica, y aquello se dejaba notar en el excesivo movimiento que hacía con sus manos. Frank alzó una ceja intrigado.
-No esté nerviosa señorita Lecter – Murmuró el detective esbozando una pequeña sonrisa casi mecánica, aquel tipo de sonrisa que solía usar con los interrogados que se ponían un tanto emocionales – Trataré de ser lo más rápido posible – Agregó.
-Cualquiera estaría nervioso con lo que ocurrió señor detective, Lorraine es mi mejor amiga y no soporto verla en aquel estado – Habló Agatha bajando la mirada, ella adoraba a la pequeña Elisse.
-Entiendo señorita Lecter, pero tenemos que seguir con el interrogatorio – Dijo Frank luego de estar unos segundos en silencio, dándole así un pequeño tiempo a Agatha para que ésta se concentrase – Bien, ¿Qué hacía usted aproximadamente a las veintitrés horas de ayer? – Indagó.
-Estaba compartiendo con todos en el salón principal – Respondió Agatha.
-¿En el salón principal? – Inquirió Frank elevando ambas cejas, desvió rápidamente la vista a su planilla, más específicamente a la declaración de William Strauss – Según el señor Strauss, usted estaba en el exterior a esa hora – Agregó frunciendo el ceño.
Agatha se mordió el labio inferior al escuchar al detective, mientras negaba frenéticamente ante sus palabras.
-Sí…digo no, no estaba en el exterior – Replicó la castaña.
-¿No? – Inquirió el detective – Explíqueme aquello – Pidió sin dejar de fruncir el ceño. La situación se tornaba extraña.
- Estaba en el exterior, si, pero luego de un rato entré al salón principal con los demás – Argumentó Agatha – William entró antes que yo, y no me debió haber visto cuando yo entré también, por eso él supone que yo me quede afuera – Agregó con un tono de voz que convencería a cualquiera.
Frank murmuró algo que sonó parecido a “mhmmm” antes de quedar en silencio. Aquello que decía tenía bastante sentido para cualquiera, y si le agregaban el tono de voz y la mirada tan convincente que la chica usaba, era suficiente.
-¿Por qué decidió salir afuera en vez de estar dentro con los demás invitados señorita Lecter? – Indagó el detective.
La mirada de Agatha se paseó por toda la habitación antes de contestar. Una pequeña risa salió de sus labios.
-Estaba lleno de parejas, ya sabe, San Valentín, amor por todos lados, hacía mal tercio allá por donde fuese – Respondió encogiéndose de hombros.
-Por supuesto – Murmuró Frank.
Era algo extraño, Frank sabía que no todos podían estar con pareja, y aparte se supone que siendo amigos todos compartían con todos, o al menos así lo habían especificado los demás chicos que ya había interrogado.
-¿Cuánto tiempo estuvo fuera? – Preguntó Frank luego de anotar en su planilla.
Agatha ladeó la cabeza – Mhmmm…Cuarenta minutos aproximadamente.
“Tiempo suficiente”, pensó Frank – ¿En ese tiempo que estuvo fuera vio algo extraño? – Inquirió – Tengo entendido que el ferrie estuvo estacionado como una hora y media antes de que ocurriese la desaparición – Agregó mientras Agatha asentía - ¿Vio movimientos sospechosos en el puerto?
-La oscuridad no permitía ver muy bien, pero no, no vi nada extraño detective – Respondió mientras negaba con la cabeza.
-Bien – Musitó Frank – Creo que ya hemos terminado señorita Lecter – Anunció Frank poniéndose de pie a la par de Agatha – Si recuerda algo por favor háganoslo saber.
-Lo haré – Afirmó Agatha esbozando la misma tímida sonrisa que cuando entró a la pequeña habitación.
Frank alargó su brazo para estrechar la mano de la chica y curvar sus labios en una pequeña e imperceptible sonrisa. Al salir, aquella sonrisa de timidez que Agatha tenía dibujada en su rostro, aquella sonrisa que resultaba agradable a cualquiera, había cambiado repentinamente, y esta nueva sonrisa estaba cargada de una cuota de cinismo que dejó a Frank un tanto descolocado.
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Día: 15 de febrero
Hora: 02:52
Lugar: Ferrie de la familia O’Coneill – Baudelaire
Persona a interrogar: Jeff O’Neil
Edad: Diecinueve años.
Vínculo con la desaparecida: Ninguno.
Frank se quedó de piedra al ver la extraña sonrisa en el rostro de la chica que había salido hace unos escasos segundos. Se preguntó donde había ido a parar esa adorable sonrisa tímida, porque la última sonrisa que la chica tenía dibujada en su rostro, aunque no lo reconociera…le había dado miedo.
Volvió a sentarse en su silla mientras sentía un suave golpeteo en la puerta y una cabellera rubia se dejaba asomar a los segundos después. Jeff O’Neil, según su planilla. El chico de aspecto cansado se dejó caer en la silla que estaba frente a Frank sin esperar una invitación. El detective miró el rostro del chico y reparo en algunas cosas.
Pupilas dilatadas, nariz un tanto irritada.
O aquel muchacho que se hallaba frente al detective estaba enfermo…o estaba drogado. Frank rápidamente se decantó por la última opción.
-Jeff O’Neil, diecinueve años, estudiante de sicología sin ningún vínculo con la víctima – Habló el detective frunciendo el ceño. ¿Estudiante de sicología? ¿Que clase de sicólogo esperaba ser él siendo un drogadicto?
-Sí – Musitó Jeff limpiándose frenéticamente a la altura de la solapa y hombros.
Frank reparó en aquel movimiento y lo supo de inmediato, cocaína era lo que tenía aquel muchacho en su organismo. Cocaína inhalada. Frank tenía entendido que aquel efecto duraba hasta unos treinta minutos, y no dudaba que el efecto ya estuviera amainando en el muchacho al ver que no presentaba signos de euforia e hiperactividad.
Jeff se sacudió el cabello con despreocupación luego de haberse limpiado los hombros. Había vuelto a inhalar hace un rato, y aquella sensación de tener polvo en el lugar nombrado anteriormente persistía y persistía. Sabía que era mala idea inhalar cuando el ferrie estaba rodeado de policías, y más mala idea andar trayendo cocaína en los bolsillos. Podían acusarlo de traficante, que era justamente lo que él era. Estar encarcelado no estaba dentro de sus planes.
-¿Qué estaba haciendo a las veintitrés horas de ayer, señor O’Neil? – Inquirió Frank luego de unos segundos, esperando que recordase.
-Supongo que estaba en el salón principal – Respondió rascándose la nuca.
-¿Supone? – Repitió Frank que ya se esperaba una respuesta de aquel tipo.
Jeff se encogió de hombros – Eso creo – Murmuró.
Frank tenía ganas de golpearse contra la pared al escuchar al muchacho. Tan joven y ya se estaba arruinando la vida al consumir aquella sustancia. En otras circunstancias, Frank lo hubiese apresado sin dudar ni un segundo, ya que no dudaba que el chico anduviese cargando cocaína en su cuerpo. Pero esa noche el no estaba para ocuparse de aquello, el secuestro era mucho más importante que un chiquillo que andaba perdido por la vida.
-¡No! – Exclamó Jeff sobresaltando a Frank – Ya lo recordé, ¡Estaba con Amber!
-¿Amber? – Inquirió Frank buscando aquel nombre en su planilla - ¿Amber Johnson?
-Si, estaba con ella…en los baños – Murmuró disminuyendo los decibeles en su voz. Frank supo de inmediato lo que había pasado entre los dos.
-¿Cuánto rato estuvo en los baños, señor O’Neil? – Indagó Frank - ¿Estaba en el salón principal cuando escuchó a la señorita Baudelaire, o llegó después de aquello?
-Llegué al salón principal como cinco minutos antes – Respondió Jeff – Estuve con Amber bastante tiempo, pero no se cuanto exactamente – Agregó encogiéndose de hombros.
”Por lo menos algo recuerda” pensó Frank anotando lo que el muchacho le había dicho.
-¿Vio a alguien extraño señor O’Neil? – Indagó el detective.
-No – Respondió Jeff – Sentí bastante movimiento, pero supongo que era porque todos estaban bailando.
Frank se quedó en silencio ante esa nueva confesión. El salón principal no se hallaba tan cerca del baño, pero si a una distancia prudente como para escuchar los pasos de bailes, también había que tener en cuenta que el ferrie estaba en constante movimiento debido a las pequeñas oleadas, y que las palabras del chico no eran las más confiables, debió haber estado totalmente drogado cuando escuchó movimientos. ”Demonios” fue el nuevo pensamiento del detective. Esperaba que la amiga del muchacho, Amber Johnson, pudiese decirle algo más al respecto.
-Por el momento hemos terminado, señor O’Neil – Anunció Frank. Lo interrogaría nuevamente en cuanto no lo encontrase drogado, de aquello no cabía duda – Puede retirarse – Agregó poniéndose de pie mientras señalaba a la puerta.
Jeff asintió mientras se ponía de pie y se dirigía a la puerta. No se arrepentía de haber inhalado nuevamente antes de entrar, no quería hablar de lo que recordaba en el interrogatorio…o de lo que no quería recordar.
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Día: 15 de febrero
Hora: 03:04
Lugar: Ferrie de la familia O’Coneill – Baudelaire
Persona a interrogar: Amber Johnson
Edad: Diecinueve años.
Vínculo con la desaparecida: Ninguno.
Frank volvió a sentarse en cuanto el chico desapareció por la puerta. En el actual estado en el que el rubio se encontraba, la declaración que le había dado segundos atrás no le servía demasiado, pero eso de que había sentido movimientos le era bastante sospechoso, por eso no dudaría en volver a contactarse con él cuando estuviese más lúcido.
Su siguiente persona a interrogar era Amber Johnson, la que había estado con Jeff en los baños según la declaración de éste último. Frank tenía la esperanza de que ella le confirmase aquello de los movimientos, pero cuando la vio cruzar la puerta acompañada de cortas risotadas, el cabello desordenado y su andar zigzagueante, Frank supo que no conseguiría nada bueno.
Cualquiera que se acerca a un radio de dos metros de Amber, podría caer en la cuenta del olor alcohol, y no había que ser un gran genio para deducir el evidente estado de ebriedad en el cual la chica se encontraba. Estaba ebria, bastante ebria.
Amber se sentó frente al detective a duras penas, la cabeza le daba vuelta y sentía que en cualquier momento podría descomponerse. Pero aquello no le importaba. En lo absoluto. La noche aún era muy joven para ella, no entendía porque de pronto la fiesta se había acabado, ella la estaba pasando bastante bien.
Algo sobre Elisse le había entendido a su mejor amiga Sarah. Pero no le prestó demasiada atención.
-Amber Johnson, diecinueve años, estudiante de diseño sin ningún vinculo con la desaparecida – Recitó Frank poco seguro de que le entendiese.
-¿Por qué recita mis datos? – Indagó Amber frunciendo el ceño. O al menos eso parecía desde el punto de vista de Frank.
-Señorita Johnson – Empezó Frank masajeándose las sienes - ¿Sabe usted donde está?
-Sarah me dijo que en un interrogatorio pornoséqué de Elisse – Contestó soltando una pequeña risa - ¡La fiesta estaba taaaaan buena!
-Dios – Murmuró Frank negando con la cabeza, dejó su planilla sobre la mesa antes de hablar – Señorita Johnson, Elisse desapareció.
-¿Y qué? – Fue la respuesta de Amber mientras estiraba los brazos hacia los costados – Es una niña, ellos desaparecen – Agregó encogiéndose de hombros – Pero no se preocupe, probablemente esté jugando por ahí con Juliette que es su niñera.
Frank rogaba por paciencia al escuchar aquella argumentación – Señorita Johnson, la niña fue secuestrada, es decir, que probablemente no la devuelvan si no entregan dinero a cambio, yo soy detective, y estoy aquí para encontrarla.
-¡Ahhhh! – Exclamó la castaña abriendo exageradamente la boca - ¡Pues haberlo explicado antes señor detective!... ya aparecerá.
Frank nuevamente tuvo aquella sensación que tuvo minutos antes con el drogadicto, esa de querer golpearse la cabeza contra la pared. Volvió a masajearse las sienes antes de volver a hablar.
-Usted está borracha señorita Johnson – Habló el detective.
Una larga risotada salió de la boca de Amber - ¡Pero que observador! – Exclamó sin dejar de reír – Señor detective, no sea tan amargado, ¡le saldrán arrugas! – Agregó poniéndose de pie rodeando la mesa y acercando sus labios al oído del detective – Y vaya que es guapo para tener arrugas – Susurró mientras una nueva risita se escuchaba en la habitación.
Frank rogó por paciencia a cualquier entidad superior que existiese para poder llevar aquel interrogatorio con tranquilidad, porque la paciencia se le iba agotando poco a poco. Se puso de pie al escuchar el último comentario, tomó el brazo de la hilarante Amber, y la volvió a sentar en la silla mientras le daba una amenazadora mirada.
-Señorita Amber por favor ubíquese – Amenazó Frank volviendo a sentarse en su silla – Elisse O’Coneill ha sido secuestrada y no sabemos si la encontraremos, este es un tema delicado y no algo para la risa como usted lo está tomando – Finalizó mientras en su mente se agregaba un poco delicado “Maldita borracha”.
Amber, que se mantuvo en silencio durante el pequeño discurso del detective, volvió a fruncir el ceño al escucharlo hablar, para luego llevarse una mano a la cabeza y suspirar.
-Lo siento – Murmuró. No entendía a la perfección lo que sucedía, pero su pequeña parte lúcida le decía que no era nada bueno.
Frank suavizó un poco su amenazadora expresión facial al escuchar la disculpa de la chica. Tomó aire y decidió seguir con el interrogatorio, después de todo, los borrachos dicen la verdad ¿no?
-Bien – Dijo Frank - ¿Qué hacía usted alrededor de las veintitrés horas de ayer, señorita Johnson?
Amber frunció el ceño para luego murmurar algo que sonó como “awww” al recordar que es lo que hacía. Estaba con Jeff…ya vaya que estaba disfrutando con él.
Frank carraspeó al ver como la chica parecía perderse en sus pensamientos, que él suponía debía estar relacionado con su pregunta anterior y que también suponía debía estar relacionado con Jeff O’Neil. Dos más dos.
-¡Lo siento! – Exclamó Amber – Mhmmm… Estaba con Jeff O’Neil, en los baños y emmm... – Se detuvo en mitad de frase mientras un notable sonrojo de apoderaba de sus mejillas -…ya sabe.
-Lo sé – Murmuró Frank anotando en su planilla – El señor O’Neil mencionó algo sobre unos movimientos que sintió cuando estaba en el baño… ¿Qué me puede decir usted sobre aquello? – Indagó.
Amber rió a carcajadas al escuchar al detective – ¡Ay señor detective!... aparte de los movimientos ooobvios – Murmuró mordiéndose el labio inferior – No creo haber sentido algo más… estaba, mhmmm…concentrada.
Frank negó con la cabeza al escuchar a la muchacha ebria que se hallaba frente a él. Tenía la esperanza hace unos escasos segundos de poder sacarle más información que a Jeff O’Neil, pero ella estaba en peores condiciones que el rubio drogadicto.
-¿Entonces no escuchó ningún ruido proveniente desde…afuera? – Fue la pregunta que hizo Frank a continuación haciendo énfasis en la última palabra.
-No lo creo – Respondió negando con la cabeza – Pero si recuerdo algo se lo haré saber señor detective – Agregó formando una coqueta sonrisa en su rostro.
Frank rodó los ojos al ver aquella sonrisa – ¿Estaba usted en el salón principal cuando escuchó los gritos de la señorita Baudelaire? – Preguntó alzando una ceja. Según la anterior declaración de Jeff O’Neil, Amber también debería haber estado en el salón cuando la pesadilla comenzó.
-¡Oh si! – Exclamó – Chlöe tuvo que haber estado bastante borracha para gritar de aquella manera – Agregó riendo entre dientes.
Y otra vez aquella sensación de querer golpearse contra la pared más cercana se apoderaba de Frank, suspiró con frustración para luego ponerse de pie y dirigirse a la puerta.
-Hemos terminado señorita Johnson, puede retirarse – Anunció abriendo la puerta. Sin duda tendría que volver a interrogarla otra vez, aunque dudaba de que recordase algo.
Amber se puso de pie con dificultad sin dejar de reír, se acercó a la puerta y antes de salir, le dio un beso en la mejilla al frustrado detective el cual no hizo más que suspirar.
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Día: 15 de febrero
Hora: 03:27
Lugar: Ferrie de la familia O’Coneill – Baudelaire
Persona a interrogar: Andrew McCartney
Edad: Veinte años.
Vínculo con la desaparecida: Ninguno.
”¿Qué es lo que vendría ahora?” se preguntaba Frank luego de haber despachado a Amber. Ya había tenido un encuentro con un rubio adicto a la cocaína, y con una borracha que todo le parecía divertido. ¿Qué vendría ahora?, Katherine Rowen tenía bastante razón, dentro de aquel grupo parecía que ninguno estaba dentro de los parámetros de normalidad.
Frank tomó su planilla y se percató de que solo le quedaban tres personas por interrogar. Amaba su trabajo, no lo iba a negar, pero esa vez sólo quería terminar con aquella tarea que a esas alturas se le empezaba a volver tediosa. Para el imperturbable Frank muchas emociones juntas lo frustraban de sobremanera.
Andrew cruzó la puerta tan elegante como siempre, con aquel porte encantador que lo caracterizaba allá por donde iba. Su claros ojos se pasearon por el lugar de manera rauda, escudriñando cada rincón de éste, para finalmente posar sus ojos en el detective, acomodarse su chaqueta y quedarse de pie al lado de la silla mientras cruzaba sus manos por detrás de su cuerpo, esperando una pertinente invitación salir de los labios del detective.
Quizás sonase muy exagerado, pero de un momento a otro, Frank creía escuchar el celestial coro de los ángeles. El chico que acababa de entrar parecía estar bordado a la perfección con la más fina elegancia, el detective sólo esperaba que el chico no fuese un malcriado y arrogante hijo de papá, pero fuese como fuese, en ese momento un chiquillo arrogante le parecía mucho mejor que un drogadicto o una maldita borracha.
El detective le hizo un gesto con la mano al rubio que estaba de pie en frente a él cual guardia frente al palacio de la presidencia, señalándole la silla para que éste se sentase. Frank pudo presenciar la pequeña reverencia que el chico le hizo con la cabeza, para luego verlo sentarse en la silla de manera silenciosa, esperando que Frank rompiese el silencio.
-Andrew McCartney, diecinueve años, estudiante de administración empresarial sin ningún vínculo con la desaparecida – Musitó el detective. Administración empresarial, claro, no esperaba algo distinto del chico que se hallaba frente a él, puesto que tenía la imagen de ser el siguiente gran magnate de una prestigiosa empresa... si es que no lo era ya.
-Todo es correcto – Murmuró Andrew afirmando con su cabeza.
Frank dio vueltas entre sus dedos al bolígrafo que se hallaba medio gastado por tanta tinta que había utilizado. El imperturbable semblante del rubio –a ojos del detective- parecía ocultar algo, tanta impasibilidad era prácticamente imposible en una persona, se preguntaba en aquel momento si es que el muchacho que se hallaba frente a él tenía una similar personalidad o parecida en ciertos matices con la de Vincent Gallagher, aquello no sería nada positivo para la desgastada mente de Frank.
-Señor McCartney, ¿Qué hacía exactamente cerca de las veintitrés horas de ayer? – Inquirió el detective luego de un pequeño lapsus de silencio.
Andrew que hasta ese momento había permanecido en silencio, se apresuró en contestar – En el salón principal con casi todos, no me alejé de aquel lugar desde que entré al ferri con los demás invitados, no vi a nadie extraño, nadie conocido con conductas extrañas, nadie desaparecer por un exagerado lapsus de tiempo… si es que esas eran las preguntas que seguían a continuación, creo que ya se las he contestado señor detective.
Frank elevó ambas cejas al escuchar la respuesta del rubio, podía deducir fácilmente que la paciencia no era una de las virtudes del chico, y aunque en efecto, esas y entre otras preguntas eran las que cuestionaría a continuación, ciertas palabras habían llamado su atención.
-¿Casi todos? – Repitió Frank
-Así es, casi todos – Afirmó el rubio – Otros, a diferencia mía, si salieron del salón principal.
-Por supuesto – Murmuró el detective. Según las declaraciones de sus anteriores interrogados, la gran mayoría, por no decir casi todos, habían abandonado el salón principal por uno u otro motivo – Señor McCartney, sé que quizás ya me respondió esta pregunta con su argumento anterior, pero no puedo evitar preguntarlo, ¿Vio a algunos de sus amigos quedarse fuera del lugar por un largo periodo de tiempo?
-Hmmm... La gran mayoría – Respondió Andrew.
-¿Podría ser más específico? – Pidió Frank.
Un pequeño bufido, casi imperceptible, se pudo escuchar salir de la boca de Andrew antes de que éste contestase – Señor detective, estoy casi seguro que el resto fue bastante específico al decir si es que salió o no.
Frank puso los ojos en blancos por un breves segundos – Eso es correcto señor McCartney, pero usted podrá suponer que las coartadas las hacemos para verificar si coinciden entre ellas, necesito que me diga nombres.
Andrew comenzaba a desesperarse al darse cuenta que al parecer el detective no entendía que el de paciencia no sabía nada – Todos, señor detective, todos. Las hermanas Baudelaire, las gemelas, los O’Coneill, Thomas, Ethan y Vincent – Hizo un pausa tratando de recordar – Agatha, Jeff, Amber y Sarah, otros invitados, todos, señor detective…todos – Finalizó recalcando la última palabra con un peligroso tono de voz, le frustraba el que no lo entendieran.
Frank alzó una ceja al notar como su personalidad pareció cambiar de elegante a peligrosa en un abrir y cerrar de ojos. Un rasgo bastante característico en las personas con…
-Sé lo que está pensando – Interrumpió Andrew mirando al detective con irritación – No tengo paciencia señor detective, si le digo que todos salieron de la estancia, es porque TODOS salieron de la estancia.
Frank parpadeó un par de veces al escuchar al rubio joven que se hallaba sentado frente a él, estaba claro que no poseía paciencia alguna, pero nunca había visto que una persona se irritase tan fácilmente por pedirle ser más específico. Anotó unas cuantas cosas en su planilla antes de continuar – Entonces me está diciendo que todos salieron del salón principal menos usted, ¿Por qué?
-Porque simplemente no se me dio la gana – Respondió Andrew relajando su elegante semblante, cruzándose de brazos y apoyando su espalda en el respaldo de la silla.
-¿Ni siquiera se asomó a ver como estaba el clima? – Preguntó Frank con cierto tono de ironía en su voz.
-Ya le dije no, no se venga a pasar de listo conmigo – Respondió el rubio entrecerrando los ojos, aquel interrogatorio absurdo y sin sentido alguno ya lo empezaba a aburrir.
-Muy bien entonces – Murmuró Frank hastiado – El interrogatorio ha terminado, retírese señor McCartney – Agregó señalando la puerta.
-Bien – Aceptó Andrew sonriendo con suficiencia, al fin podría alejarse de la odiosa cara del detective que no lo comprendía a la primera, pero estaba seguro, bastante seguro, que volvería a verlo otra vez.
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Día: 15 de febrero
Hora: 03:41
Lugar: Ferrie de la familia O’Coneill – Baudelaire
Persona a interrogar: Sarah Rutherford
Edad: Diecinueve años
Vínculo con la desaparecida: Ninguno.
Frank podía deducir que la paciencia, que si bien la tenía en grandes cantidades, ya se le había ido por completo, yéndose bastante lejos dejándolo en un estado de irritación y cansancio. Andrew McCartney no era un mal chico, pensó el detective en aquel momento, pero era obvio deducir que no le gustaba que le llevasen la contraria y que no lo entendiesen a la primera. Sería un gran administrador claramente.
Su planilla apuntaba a que sólo dos personas eran las que faltaban por interrogar, y en aquel momento era el turno de Sarah Rutherford, que al parecer, por la anterior declaración de Amber Johnson, eran muy buenas amigas. Frank rogaba a que la chica no se pareciese a ésta última, no sabría si aguantaría el tener que lidiar nuevamente con una borracha.
Sarah entró en la pequeña habitación con los ojos achinados por el cansancio de la fiesta, a diferencia de Amber, que al parecer se había tomado hasta el agua de los floreros, Sarah había podido controlarse más, pero no lo suficiente para aguantar el mareo y el dolor de cabeza que se le empezaba a avecinar. Se sentó frente al detective sin esperar una pertinente invitación, su estado físico no era el mejor para mantenerse de pie sabiendo que en cualquier momento podría caerse al suelo, o pero aún, descomponerse.
Frank escrudiñó a la castaña desde que ésta puso un pie en la estancia, no se veía con ánimos para seguir festejando ni para nada parecido. El detective pudo respirar tranquilamente. Le regaló una pequeña sonrisa a la chica que sin duda se veía bastante mal y se dispuso a empezar con el interrogatorio.
-Sarah Rutherford, diecinueve años, ningún vínculo con la desaparecida, actualmente desempleada – Habló Frank haciendo especial hincapié en el último punto, preguntándose mentalmente el por qué del actual desempleo de la chica.
Un asentimiento por parte de la chica con un pequeño “Hmmm” saliendo de sus labios, fue lo único que Frank pudo recibir por respuesta por parte de la castaña. Sarah pensaba que si abría la boca en cualquier momento podría descomponerse, y aquello sería bastante vergonzoso.
-Bien – Musitó el detective tomando nota en su planilla – En su ficha apunta a que usted está desempleada, dígame señorita Rutherford, ¿Cómo se mantiene?
Sarah escuchó al guapo detective con atención, masajeándose las sienes antes de responder – Se podría decir que soy bailarina, aunque no es un trabajo estable y no estoy contratada por ninguna agencia ni nada parecido – Puntualizó encogiéndose de hombros. Había tenido la oportunidad de participar en numerosos musicales, pero al no estar contratada por ninguna persona, sus opciones se veían bastante reducidas.
-Ya veo – Dijo el detective luego de haber escuchado a la chica que parecía lucir mejor conforme el tiempo pasaba – Y ahora cuénteme señorita Rutherford, ¿Qué hacía aproximadamente a las veintitrés horas de ayer?
Sarah arrugó el ceño mientras trataba de recordar – Estuve bailando, claramente – Respondió dibujando una pequeña sonrisa en sus labios como cada vez que hablaba del baile – Y compartiendo con todos los demás – Agregó.
-¿Salió del salón principal hacia otros puntos del ferri?
-No lo recuerdo, puede que haya ido al baño, pero eso es todo – Argumentó la castaña.
-Como la gran mayoría – Murmuró el detective más para si mismo que para la chica. Anotó en su planilla lo dicho por Sarah y se dispuso a seguir preguntando justo en el momento en que esta última lo interrumpió de su cometido.
-¿La gran mayoría? – Repitió Sarah interesada - ¿Ya tienen a algunos sospechosos?
Frank alzó una ceja ante las preguntas de la chica – Todos son sospechosos señorita Rutherford, hasta usted misma lo es.
-¿Yo? – Inquirió Sarah elevando ambas cejas, para luego restarle importancia con un vago gesto de su mano – Pero tienen que tener a alguien que resulte más sospechoso que los demás, ¿cierto?
-Si, pero como ya dije, todos son sospechosos, aquí la ley se aplica al revés, todos son culpables hasta que se demuestre lo contrario – Argumentó el detective sintiéndose de pronto como el interrogado.
-¿Sabía que la prensa está afuera? – Preguntó la castaña – Ellos necesitan algo de información.
Frank bufó al escuchar a la chica, él personalmente odiaba a la prensa inmiscuyéndose en todos los asuntos de la policía, entorpeciendo muchas veces su trabajo y filtrando información que muchas veces los desacreditaba como institución. El detective sólo esperaba que sus colegas pudiesen haber detenido a la prensa de entrar en el ferri y a los invitados de comentar algo sobre la desaparición, ya más tarde alguien se encargaría de entregar un comunicado -Y al parecer usted también la necesita – Habló Frank respondiendo al último comentario de la castaña.
-Si, bueno – Murmuró Sarah desviando su mirada hacia su derecha – Todos estamos sumamente preocupados por Elisse, necesitamos saber algo más – Agregó usando un tono de voz bastante convencedor, digno de la envidia de muchos periodistas.
-La información se dará a conocer a su respectivo tiempo, señorita Rutherford – Habló el detective – Prosigamos con el interrogatorio, por favor.
-De acuerdo – Murmuró Sarah entre un suspiro, le gustaría haber conseguido un poco más de información, pero el detective parecía ser una tumba.
-¿Vio a algún extraño en las instalaciones del ferri? – Preguntó luego de haber escuchado la desanimada aprobación de la chica.
-No, todos eran conocidos de Jeremy y Lorraine, aunque yo no claramente no los conocía a todos.
-¿Alguna de esas personas que usted no conocía se comportaba de manera extraña? – Inquirió Frank
-Bueno, muchos estaban ebrios y parecido, pero ninguno tenía cara de ser un sicópata o algo parecido – Respondió Sarah con una divertida sonrisa en su rostro.
-Bien, entonces podríamos concluir en que usted no vio nada fuera de lo común en el ferri ni nadie comportándose de extraña manera – Finalizó el detective.
-Así es – Afirmó Sarah.
-Muy bien entonces, el interrogatorio ha terminado – Anunció Frank – Si recuerda algo, no dude en hacérselo saber a algunos de mis colegas.
-Por supuesto que se los haré saber – Murmuró Sarah como si fuese obvio, cualquier información importante que estuviera a manos de la castaña, no tardaba en ser sabida por todos.
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Día: 15 de febrero
Hora: 03:58
Lugar: Ferrie de la familia O’Coneill – Baudelaire
Persona a interrogar: Lucas Harrison
Edad: Diecinueve años
Vínculo con la desaparecida: Ninguno.
A penas Sarah desapareció por la puerta, Frank se preguntó instantáneamente como es que la chica estaba desempleada, si fácilmente podría dedicarse a ser periodista. El hambre voraz que sentía por saber información era algo que se notaba a distancias en la castaña.
Frank sonrió con satisfacción al caer en la cuenta que sólo faltaba una persona por interrogar. De todos los interrogatorios que había hecho en su carrera como detective, éste le había parecido el más particular de todos, cada miembro de aquel grupo de amigos era todo un personaje, que tenían sus propias características para ser considerados como sospechosos, o cómplices del delito. Podían haber actuado varias personas, aún no se sabía, pero lo iba a averiguar.
Lucas entró en la habitación luego que uno de los detectives se lo haya señalado. Cada uno de sus amigos se había formado una propia imagen del detective, unas buenas, otras malas y otras malísimas, sobre todo la de Ethan, que no había dejado de hablar nada bueno sobre el detective desde que salió de su interrogatorio.
Frank le indicó a Lucas que se sentase en la silla que estaba en frente luego de ver a éste cruzar la puerta. Pudo notar con facilidad que el joven se hallaba totalmente perturbado, probablemente por el secuestro o quizás por otra cosa. De todas maneras, Frank lo iba a averiguar.
-Lucas Harrison, veinte años, camarero, ningún vínculo con la víctima – Recitó el detective pasando su mirada de la planilla hacia el moreno, esperando su pertinente afirmación.
-Si – Murmuró Lucas en medio de un suspiro. Todavía no podía creer que estuviese viviendo aquella situación, le parecía sumamente irreal que de un momento a otro haya estado jugando con Elisse y en el otro haya desaparecido.
Frank miró por algunos en silencio al joven que se encontraba frente a él. No se veía nada bien, pero no iba a tenerle compasión, podrían ser diversos factores el que lo hayan llevado a tal situación…Quizás el cargo de conciencia - ¿Se siente bien, señor Harrison?
Lucas volvió a suspirar para luego fruncir el ceño instantáneamente al escuchar la pregunta del detective - ¿Habla en serio? – Preguntó atónito – Elisse acaba de desaparecer y usted me pregunta si es que “me siento bien”, ¡No me siento nada bien! – Exclamó. Creía poder entender a Ethan en esos momentos.
-Claro – Musitó Frank. Si, era por la desaparición, o al menos eso le quería hacer creer - ¿Qué hacia entre las veintidós y veintitrés horas de ayer señor Harrison?
Lucas se tomó su tiempo antes de contestar – Estuve jugando con Elisse antes de que la mandaran a la cama, luego compartí con los demás en el salón – Respondió.
-¿Dónde estuvo jugando con Elisse? - Preguntó el detective luego de anotar rápidamente en su planilla la información que el chico le había proporcionado.
-En el salón principal, esa niña se ganó mi corazón – Murmuró sin poder evitar bajar su vista hacia el suelo. Lucas se preguntaba como alguien había sido tan cruel para ser capaz de secuestrar a una niña.
-Ok… - Musitó Frank luego de haber estado unos segundos en silencio - ¿Salió del salón principal en alguna ocasión? – Indagó
-Salí a cubierta luego de que fueron a acostar a Elisse, pero no fueron más de diez minutos – Respondió Lucas.
-¿Vio algo extraño durante ese periodo en el que estuvo fuera? ¿Movimientos? ¿Más gente? – Inquirió Frank.
-Bueno, lo típico, había bastante movimiento en el muelle a esa hora, al parecer habían más fiestas en otros ferris, pero nada extraño – Argumentó encogiéndose de hombros.
Frank asintió ante aquello, tenía entendido que sus colegas ya habían mandado gente para que revisasen los alrededores, entre eso, los demás ferris - ¿Qué hizo luego? – Preguntó el detective.
-Luego entré y estuve con los demás – Respondió Lucas – Luego Chlöe entró alegando sobre la desaparición de la niña, y ya sabe el resto.
-Así es – Murmuró Frank con un pequeño asentimiento – Eso sería todo señor Harrison, si recuerda algo, no dude en comunicárnoslo.
-De acuerdo – Afirmó Lucas, se puso de pie a la par del detective y salió de aquella habitación con el mismo sentimiento de frustración con el que había entrado.
Frank soltó todo el aire que había contenido mientras había durado aquel largo interrogatorio, no iba negar que sentía una extraña opresión en el pecho mientras hablaba con cada uno de los interrogados, probablemente la desaparición de Elisse fuese uno de los casos más importantes de su carrera.
Salió de la pequeña habitación, confesionario de muchas respuestas, no sin antes tomar su planilla y acomodar su placa de detective que lucía flamante colgada en su chaqueta hacia el salón principal. Se quedó serio y quieto cuando vio a todos los invitados, y a todos sus interrogados con cara de estar viviendo una pesadilla, todos ellos lo miraron con aquel rostro que Frank ya había presenciado en muchas oportunidades, aquel rostro que clamaba misericordia y un poco de comprensión, esperando que todo tuviese un buen desenlace. Frank miró cada rostro presente en la estancia, deteniéndose particularmente en los que había interrogado. Una única pregunta fue la que se le vino a la mente en aquel momento al mirar todos los rostros de terror de los presentes: ¿Dónde está Elisse?
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Dom Nov 21, 2010 3:34 am por Lucas Raimond Harrison
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Miér Jul 28, 2010 11:43 pm por The Guilty
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Jue Jul 22, 2010 11:45 pm por Chlöe L. Baudelaire
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Mar Mayo 11, 2010 4:39 am por The Guilty
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Lun Mayo 10, 2010 1:12 am por Chlöe L. Baudelaire
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Dom Mayo 09, 2010 7:01 pm por Invitado
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Dom Mayo 09, 2010 6:48 am por Lucy C. O'Coneill